Ayer, viéndo por la excelsa televisión el Show Barcelonés, S.B., me quedé pensando en su protagonista central, don Felipe el VI, el rey, su majestad, esa figura foránea, extraña, ajena a la autenticidad, ilegitima y blasfema, manufacturada por psicoanalítica paternal; producto de endogamias internacionales para conservar poderes que, en conjunción con las plutocracias, montan en el anzuelo de los cuentos de príncipes y princesas la carnada para que la fantasia de las gentes pueda picar y aceptar lo inaceptable: un rey
Un rey
Una reina
Infantas
Principes
Princesas
(Porque el rey no puede vivir sólo)
¿Es real?
Si
Es la familia real.
Sobre todo en una época histórica de votos,
urnas, elecciones, derechos humanos y contrato social.
¿Cómo es posible que un tipo, por eyoculación vitalicia, sea hecho rey y jefe de estado de un lugar?
A mi me maravilla que éste surrealismo
se puede legitimizar y aprobar.
Un rey, en el 2017, es una reliquia paleontológica,
un fósil feudal, un cranium petrificado que,
entre los vivos de una llamada democracia, extrañísimamente, se pueda estampar...
Y nada pasa en los archivos de la racionalidad;
no hay contradicciones semánticas ni lógicas distorsionadas, ni piezas desencajadas que se noten al faltar.
¿Será una pandemia concertada desde lo alto para
que la diagnosis del problema no se pueda detectar?
Y uno se pregunta que fenomenología prestidigitativa habrá introducido el régimen en el subconsciente coletivo para que con ésta aberración se pueda comulgar.
Y todo el mundo lo ve
Lo palpa
Lo experimenta
Lo comprueba
Y ahí está
Como si nadie lo viése,
lo palpase,
lo experimentase,
lo comprobase.
Y ahí está.
¿Qué nos habran hecho éstos talabarteros del régimen
para hacernos encajar un rey
en una democracia con lo cual queda asesinado
el proceso de pensar, 'cogito ergo sum',
para aparecer una arbitrariedad e incoherencia
que barre de golpe todas las vigas y techos
sobre los que dicen sustentarse el edificio social?
Es lo mismo que meter un elefante en un ballet
y aceptarlo como prima ballerina assoluta
de la función principal.
Ayer, viéndo por la excelsa televisión el Show Barcelonés,
observé, como ese elefante era aceptado
como primera bailarina del ballet.
Y todo el mundo lo vió,
lo palpó,
lo experimentó,
lo comprobó,
Y ahí está.