Hoy me han dicho que soy un desperdiciado,
como poeta,
como escritor,
como filósofo,
como revolucionario,
como amateur de caminos desandados,
como voz muda de cantos,
como buscador de verdades que nunca hallo,
como articulador de ésta bitácora de barco varado
...y demás temas y cornisas que me callo.
Y me quedé pensando...
Es cierto, es verdad --me dije--,
soy un desperdiciado en tantas vaguadas y campos
en los que nunca encontré lo que voy buscando
ni fui reconocido por lo que llevo dentro
y no sé manifestar para ser escuchado.
Y recordé a Leon Felipe:
"Yo no soy nadie.
Me acojo a mi estribillo predilecto otra vez:
Yo no soy nadie.
Un hombre con un grito de estopa en la garganta
y una gota de asfalto en laretina;
un ciego que no sabe cantar,
un vagabundo sin oficio y sin gremio,
una mezcla extra de Viento y de sonámbulo,
un profeta irrisible que no acierta jamás.
Reíos.
Reíos todos de mí con el Viento.
Reíos, españoles...reíos.
.....
Reíos todos...todos,
que yo también me regocijo y río"
Y me quedé reflexionando...hasta que, horizontes y luces con los que al principio no atinamos, y saltando del plano ontogénico al social, me dí cuenta de que es mucho peor: todos somos unos desperdiciados, unos desorientados.
Pero, un momento, me dije: ¿no será ello un truco para tratar de compartir con los demás lo que solamente somos nosotros para asi suavizar y sublimar nuestra impotencia y frustación personal al acabar diciéndonos: 'bah...ésto nos pasa a todos'?
Pero tampoco ésta posición me duro mucho tiempo.
No --me dije--, no hay truco en ello, hay autenticidad: todos, como sapiens, en esencia, somos unos desperdiciados en función de que lo que hemos podido ser se nos ha impedido ser, generalmente, por causística ajena a nuestro poder.
Porque, ¿cómo no nos podemos sentir desperdiciados, desorientados, perdidos, en éste mundo al revés, en lo socio-económico, y en ésta tragica fragilidad e infortunio de la vida-muerte, en lo metafisico, que representa la existencia humana a la que somos arrojados y sacados de ella sin nuestra voluntad, y en la super-mayoría de los casos sin haber podido nacer y desarrollarnos plenamente?
Y me acordé de las clases de Metafisica que Ortega y Gasset les impartia a sus alumnos:
Metafísica. Pero la definición implica algo más grave. No dice que el hombre hace metafísica cuando su situación es de desorientación y sólo entonces, (admitiendo, por tanto, que puede hallarse en otras situaciones de hombre orientado), sino que taxativamente afirma que la
situación del hombre es siempre desorientación. Tanto da, para el caso, decir «desorientación» como decir «sentirse perdido». La definición supone, pues, que el hombre se siente perdido, no a ratos, no algunas veces sino siempre, o lo que es igual, que el hombre consiste
sustantivamente en sentirse perdido"