"Lo siento, me he equivocado,
no volverá a ocurrir"
(Iinfanta Cristina ante el tribunal
que la juzga por fraude fiscal)
Con motivo del juicio de la infanta Cristina, su marido y sus socios --y toda la banda--, hay un debate hoy en día en España muy interesante sobre si los miembros de la Familia Real se pueden equivocar o no, y, de equivocarse, si el rectificar, pidiendo perdón, puede ser permitido o se debe castigar.
Su padre, el ex-rey Juan Carlos, en plena crisis, tras llegar de Africa de una cacería de elefantes, dijo lo mismo, que lo sentía, que se había equivocado, y que no volvería a ocurrir, como efectivamente, así ocurrió. Y el pueblo español lo eximió y lo olvidó. Total, tres elefantes más o menos da igual en comparación con la Deba Cle del africano reino bobónico dónde aguantan todos los dias más de una cacería.
Ahora ha sido otra Africa, la Hacienda Pública, y otros elefantes, el Fraude Fiscal, lo que está en la mesa del juego oficial y que el tribunal tiene que dilucidar, otro tipo de caza, otro esquema de rifles y paquidermos caídos que, ahora, hay que saber levantar.
Y a todo ésto la intervención del Arzobispo de Toledo ha inclinado la balanza hacia la ecuanimidad, declarando que, lo mismo que su padre cumplió su promesa de que no volvería a ocurrir, la Infanta Cristina también lo cumplirá, que no hay por qué alarmarse, que todo, con buena fé, se arreglará. Agregó que el propósito de enmienda, en la religión y en la vida, es esencial, y que ello forma parte integral e indispensable de la civilización occidental. Y es verdad.
Por lo que el debate parece ser que ha entrado ya en su fase final, y el estoico pueblo español, paciente y comprensible como siempre lo ha sido y lo será con la realidad de la Familia Real (con un "viva a las caenas" recibió a Fernando VI de su exilio francés), cree que lo que ha pasado con Cristina nunca más volverá a pasar.
Gran lección de madurez y de fraternidad convivencial ha dado, tanto el pueblo español, como la Familia Real.
En verdad, una hermosa realidad.