nunca fuímos gentes contentas, positivas.
Hasta que los burgueses,
con su negatividad,
descubrieron la manera
de romper éste argumento circular
haciéndonos creer, poco a poco,
que eramos "libres".
No fue fácil.
Fue un proceso muy largo y complejo.
Fue cuándo el mantenimiento del esclavo
--nuestro mantenimiento--
empezó a costar más de lo que rendiamos.
Y asi surgimos como esclavos asalariados,
y a cualquiera que nos comprase
podíamos venderle nuestra fuerza de trabajo.
Primero tuvo que aparecer la máquina.
El conductor de un cacharro,
al creer que lo domina,
empieza a sentirse menos dominado,
y a sentir, trucos del subconsciente,
que ahora la máquina era el esclavo,
y no nosotros.
Y paulatinamente nos fuimos conformando.
Adaptando
Mimetizando
Acoplando
Hasta que un día apareció
una sonrisa en nuestro rostro.
Y esta fue nuestra mortal caída
Y asi cubrimos el orificio de nuestro
sano y esperanzador descontento
con la misma piedra sísifica
que habíamos subido
tantas veces a la cima de la montaña
por encargo de nuestros dueños.
Es por eso que no hay nada peor en la vida
que un esclavo contento, positivo,
en un mundo que nos niega,
porque ello legitimiza la esclavitud
y la hace irredimible,
y cierra el hueco,
el único hueco,
por dónde nos hubiéramos podido escapar...