QUE CORTARLE EL CUELLO"
(Lorca al piano con La Argentinita. 'Los Cuatro Muleros')
Sí, ese concepto del arte por el arte es una cosa que sería cruel si no fuera afortunadamente cursi. Ningún hombre verdadero cree ya esa zarandaja del arte puro, arte por el arte mismo. En este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse hasta la cintura en el fango para ayudar a los que buscan azucenas.
Ante la realidad social el poeta debe apasionarse. No puede permanecer impasible de ninguna manera. El poeta no puede cerrar los ojos ante los hombres que sufren, ante la tragedia espantosa del hombre oprimido. El poeta debe sentirlo y comprenderlo, y ayudar en la medida de sus posibilidades en la conquista de un mundo más justo y más humano.
En este mundo yo siempre soy y seré partidario de los pobres. Yo siempre seré partidario de los que no tienen nada y hasta la tranquilidad de la nada se les niega.
El mundo está detenido ante el hambre que asola a los pueblos. Mientras haya desequilibrio económico, el mundo no piensa.
Yo lo tengo visto. Van dos hombres por la orilla del río. Uno es rico, otro es pobre. Uno lleva la barriga llena, y el otro pone sucio al aire con sus bostezos. Y el rico dice: "iOh, qué barca más linda se ve por el agua! Mire, mire usted, el lirio que florece en la orilla". Y el pobre reza: "Tengo hambre, no veo nada. Tengo hambre, mucha hambre". Natural. El día que el hombre desaparezca, va a producirse en el mundo la explosión espiritual más grande que jamás conoció la Humanidad. Nunca jamás se podrán figurar los hombres la alegría que estallará el día de la Gran Revolución.
Yo ataco violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales. Bien está que todos los hombres coman... Pero que todos los hombres sepan. Que gocen de todos los frutos del espíritu humano, porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social. Yo tengo más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriénto puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía.
Eso parece, pero el artista, y particularmente el poeta, es siempre anarquista, sin que sepa escuchar otras voces que las que afluyen dentro de sí mismo; tres fuertes voces: la voz de la muerte, con todos sus presagios; la voz del amor y la voz del arte.
Hay que tener el coraje de romperse la cabeza contra las cosas y contra la vida... El cabezazo... Después veremos qué pasa ... Ya veremos dónde está el camino. Algo que también es primordial es respetar los propios instintos. El día que uno deja de luchar contra sus instintos, ese día ha aprendido a vivir. Yo sé que la verdad no la tiene el que dice "hoy, hoy, hoy" comiendo su pan junto a la lumbre, sino el que serenamente mira a lo lejos la primera luz en la alborada del campo. Yo sé que no tiene razón el que dice "ahora mismo, ahora, ahora" con los ojos puestos en las pequeñas fauces de la taquilla, sino el que dice "mañana, mañana, mañana" y siente llegar la nueva vida que se cierne sobre el mundo.
Nunca me satisfacen los éxitos. Suelen ser casi siempre halagos momentáneos de la suerte, que pueden obedecer a motivos extraños al valor intrínseco de la obra dada. Muchos hombres gloriosos que dejaron grandes obras para la Humanidad no conocieron durante sus vidas las lisonjas del éxito; en cambio, abundan los personajes que pasaron y pasan por este mundo saltando y bailando entre fiestas de éxitos y cuyas obras bajan a la tumba y al olvido junto con ellos, o antes, tal vez. Yo preferiría, créame usted, pertenecer a la categoría de los primeros.
En el mundo no hay más que vida y muerte y existen millones de hombres que hablan, viven, miran, comen, pero están muertos. Más muertos que las piedras y más muertos que los verdaderos muertos que duermen su sueño bajo la tierra, porque tienen el alma muerta. Muerta como un molino que no muele, muerta porque no tiene amor, ni un germen de idea, ni una fe, ni un ansia de liberación, imprescindible en todos los hombres para poderse llamar así. Los hombres no trabajamos para nosotros, sino para los que vienen detrás, y éste es el sentido moral de todas las revoluciones, y en último caso, el verdadero sentido de la vida."
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