Se le riza el pelo a Pablo Iglesias
con el triunfo de SYRIZA en Grecia.
Ha pasado ipso facto, por lo que se especula
sobre la posibilidad de que,
debido a la extrañeza del hecho,
haya podido ser un milagro,
un milagro de esos que ocurren cuándo
las barbas de tu vecino veas pelar,
pon las tuyas a remojar;
y tal vez Pablo Iglesias puso
su cabellera a remojar
y se le rizaron los pelos.
Hay muchas conjeturas al respecto.
Y desde uno de sus rizos ha dicho:
"Celebro que el pueblo griego diga 'no'
a la política de recortes de Merkel"
Tal celebración queda, al igual que el cabello, rizada, con éste retruecano dialéctico semejante a la famosa Paradoja del Mentiroso de Epiménides, y que bordado y zurcido aparece así:
"El objetivo no es no pagar la deuda"
Pero según nos dice la santa Wikipedia, en lógica proposicional, la doble negación es el teorema que afirma que "Si un enunciado es verdadero, entonces no es el caso de que la declaración sea cierta."
Tras estos desfiladeros --nos probó Georg Lukács-- suelen esconderse los jacobinos reaccionarios de pelo rizado para tendernos sus emboscadas...Cuidado con ellos que aqui los que deberían de pagar la deuda son los que la han contra-ido y contra-venido...Que aqui no vale "la ley del tercero excluído". El tercero son los ricos
Y desde otro de sus rizos,
don Pablo, que es un 'fan' del papa Francisco,
también ha dicho:
"Defiende los derechos humanos y sociales
como base de la dignidad. !Bravo!"
Parece ser que don Pablo no ha querido enterarse
--porque sabemos de buena tinta que si lo sabe--
de que su admirado papa Francisco nunca defendió
los derechos humanos y sociales de los que eran
defenestrados desde los aviones de los "Vuelos de la Muerte" que llevaban a cabo sus amigos Videla y Massera, y seguramente porque los que caen desde el aire al vacío nunca caen derechos, siempre bajan doblados, y, por lo tanto, pierden todos sus derechos.
Pero la Iglesia si que cumplía con su deber porque en cada avión, Bergoglio mandaba poner un confesor para que los arrojados al espacio pudieran volar ya confesados y libres de todo pecado, que siempre es mejor estrellarse contra el suelo --o contra el mar-- en gracia divina que caer reventados y después irse al infierno.