Voy al médico
Kaiser Permanente se llama la Compañía
(La impermanencia de Buda no es admitida)
Ir al galeno es llevar el esqueleto
y no enseñar los huesos
Para ver por fuera hay que ver por dentro
Pero no hay tiempo
Es también sentir la tragedia de medio cuerpo,
la que tenemos y la que nos espera
cuándo lleguemos al fín del desconcierto
Para mi, por suerte, todo es tragedia,
la del alma, la del kokoro y la del cuerpo,
sin ella nada sería importante y todo sería superfluo,
sin sentido, a la interperie,
sin saber que hacer con ello
Yo cuándo voy al médico sólo miro por el espejo,
el retrovisor, a ver quíen me viene siguíendo,
si el viejo al que le quedan tres horas
o el joven del botafumerio
Los médicos sólo existen para prolongar lo incierto
y de paso quitarte el dinero diciéndote cosas al viento
mientras miran la computadora y se empeñan
en ir lejos para deshacerse de lo que no asimila
sus entendimientos
Creo que no se tenía que prolongar nada,
nada, ni la vida misma, dejad que todo corra
hacia su encierro, libremente hacia el fín,
como siempre estuvo dispuesto
Que manía con hacer existir
más de lo que mide y permite el Tiempo,
que osadía arreglar lo descompuesto,
con atornillar lo suelto,
con querer montar lo disuelto.
Era mejor cuándo sólo teníamos al hechicero
cuyos poderes eran la magia y las estrellas del cielo,
y el dolor, bueno, el dolor era lo de menos
...hoy el dolor duele mucho más que antes
aúnque creemos tener mas remedios,
y, lo mejor: se moría cuándo sonaba la hora
de partir y nadie protestaba ni se quejaba
si era o no correcto,
todo era natural, llegabas y te íbas de la vida en limpio,
sin equipajes,
sin permisos, sin consultas, sin medicinas, sin médicos,
que bien, sentíamos las cosas menos, mucho menos,
y no teníamos que llevar la preocupación
que hoy está clavada en el pecho,
y así la muerte no pesaba tanto
como hoy destila un muerto,
y la enfermedad, antes, era una paloma en vuelo,
menos demandante que hoy son por sus propios fueros.
No hay nada peor
para enterrar a un muerto que el sepulturero.
No hay nada peor para atender a un enfermo que el médico.
Trabajan en equipo, en turnos completos:
'tu sales y yo entro',
se dicen a escondidas
sin que nadie pueda olerlos.
Hoy he tenido que superar
muchos obstáculos para ir al tocólogo,
a que me toque y me diga
de que me quejo.
Tendran que pasar unos días
hasta recuperarme de nuevo
después de salvarme
del consultorio del galeno.
Ya es momento de decir para qué he ido a verlo,
parecerá extraño, pero no lo voy a visitar
porque me pasa algo o estoy enfermo,
pido consulta cuándo hace tiempo
que me encuentro bien, bueno,
demasiado alegre y jilochero,
y no lo entiendo,
porque no hallo motivos para tal exceso
que molesta tanto a los demas
que ya no comparten conmigo mis sueños,
y por eso me extraño
y me interrogo a mi mismo
sobre qué me está sucediendo
dado que todo a mi alrededor
funciona pésimamente
y está repleto de descontentos,
y es entónces cuándo empiezo a sospechar
que es a mi al que le pasa algo
y no al orbe que me rodea en el círculo
de la psicopatología de la normalidad
que es su reino.
Se lo digo al médico
y me dice que ya se me pasará,
que es cuestión de tiempo,
pero en el caso que se me estacione ese bienestar
que vuelva a verlo.
Aúnque creo que ya estoy curado
porque he dejado de estar bien
desde que ví al médico,
y ahora, mimetizado ya con los demás,
puedo incorporarme perfectamente
a la psicopatología de la normalidad
que rige por todos lados,
esa que no necesita ni enfermeras ni médicos
porque es la que marca el paso...
Qué cosas, ¿no?, qué raro....