Carlitos, con una inteligencia de pillín, parece reírse de nosotros y decirnos: os engañé a todos con mi "mala suerte" |
de "no hay mal que por bien no venga".
para que no nos exterminen
de la escena paisajística.
Es cómo un diagram dialéctico de la fenomenología existencial dónde, como decía Marcuse,
"la negatividad que posee todo es el necesario preludio de su realidad".
Y es en éste sentido que la 'negatividad' que esparce el campo mórfico de Carlitos, y que los habitantes
de las selvas dónde vive la criatura
la captan como 'mala suerte', es, exactamente,
y cómo lo dice el pensador aleman,
el necesario preludio de la realidad,
de la realidad vivencial del Tarsero Filipino.
Algo que, como decimos,
es lo mismo que salva
hoy en día a muchos congéneres
de no ser cazados y convertidos
en mascotas o en sombreros del entreteni-miento
de los que nos quieren usar y explotar
en éste apabullante Zoológico
de las selvas y manglares del çapital.
Así que, Carlitos, hermano,
bienvenido al club de los de la mala suerte
al que pertenecemos esa gran masa de animales
que, por nuestra negatividad,
podemos darle vida
al necesario preludio de nuestra realidad.
A ver cuánto tiempo nos dura,
Carlito, hermano,
que ésta buena suerte que tenemos
sea vista como mala suerte por los demás.