"Los instintos sociales pertenecen a una clase de impulsos instintivos que no requieren forzosamente el calificativo de sublimados, aunque están próximos a los de este orden. No han abandonado sus fines directamente sexuales, pero se ven impedidos de alcanzarlos por resistencias internas; se contentan con ciertas aproximaciones a la satisfacción y establecen, precisamente por ello, vínculos singularmente firmes y duraderos entre los hombres. A esta clase pertenecen en especial las relaciones cariñosas, plenamente sexuales en su origen, entre padres e hijos, los sentimientos de amistad y el cariño conyugal, nacido de la inclinación sexual."
"Psicoanálisis y Teoria de la Libido". Sigmund Freud, 1923
Continuemos con "Teoría de la Libido".
Teoría dinámica de la producción de los sueños.-
No nos ha sido muy difícil descubrir el dinamismo de los sueños. La fuerza motriz de la producción de los sueños no es suministrada por las ideas latentes o restos diurnos, sino por una tendencia inconsciente, reprimida durante el día, con la que pudieron enlazarse los restos diurnos y que se procura, con el material de las ideas latentes, el cumplimiento de un deseo. De este modo, todo sueño es, por un lado, un cumplimiento de deseos de lo inconsciente, y por otro, en cuanto se trata de preservar el estado de reposo, un cumplimiento del deseo normal de dormir.
Prescindiendo de la aportación, inconsciente a la producción del sueño y reducido el sueño a sus ideas latentes, puede representar todo lo que ha ocupado a la vida despierta: una reflexión, una advertencia, un propósito, una preparación al futuro inmediato, o también la satisfacción de un deseo incumplido.
La singularidad y el absurdo del sueño manifiesto son, por un lado, la consecuencia de la conducción de las ideas del sueño a una distinta forma expresiva, que puede ser calificada de arcaica, pero también, por otro, el efecto de una instancia restrictiva y crítica, que actúa aun durante el reposo. No es muy aventurado suponer que esta «censura del sueño», a la que hacemos responsable, en primer lugar, de la deformación que convierte las ideas latentes en el sueño manifiesto, es una manifestación de las mismas fuerzas psíquicas que durante el día habían reprimido el impulso optativo inconsciente.
Merecía la pena penetrar más en la explicación de los sueños, pues la labor analítica ha mostrado que el dinamismo de la producción onírica es el mismo que actúa en la producción de síntomas. Aquí como allí descubrimos una pugna entre dos tendencias, una inconsciente, reprimida por lo demás, que tiende a lograr satisfacción -cumplimiento de deseos-, y otra repelente y represora, perteneciente probablemente al yo; y como resultado de este conflicto hallamos un producto transaccional -el sueño, el síntoma- en el cual han encontrado ambas tendencias una expresión incompleta.
La importancia teórica de esta coincidencia es evidente. Como el sueño no es un fenómeno patológico, tal coincidencia nos prueba que los mecanismos psíquicos que generan los síntomas patológicos están ya dados en la vida psíquica normal, que la misma normatividad abarca lo normal y lo anormal y que los resultados de la investigación de los neuróticos y los psicóticos no pueden ser indiferentes para la comprensión de la psique normal.
La significación etiológica de la vida sexual-
Ninguna de las tesis del psicoanálisis ha hallado tan obstinada incredulidad ni tan tenaz resistencia como esta de la magna importancia etiológica de la vida sexual para las neurosis. Pero también hemos de hacer constar que, a través de toda su evolución y hasta el día, el psicoanálisis no ha encontrado motivo alguno de retirar tal afirmación.
La evolución de la libido. -
El instinto sexual, cuya manifestación dinámica en la vida anímica es lo que denominamos «libido», se compone de instintos parciales, en los cuales puede también descomponerse de nuevo y que sólo paulatinamente van uniéndose para formar determinadas organizaciones. Fuentes de estos instintos parciales son los órganos somáticos, especialmente ciertas zonas erógenas, pero todos los procesos funcionales importantes del soma procuran también aportaciones a la libido. Los diferentes instintos parciales tienden al principio, independientemente unos de otros, a la satisfacción, pero en el curso de la evolución quedan cada vez más sintetizados y centrados. El primer estadio de la organización (pregenital) de la libido es el oral, en el cual, correlativamente al interés capital del niño de pecho, es la zona bucal la que desempeña el papel principal. A continuación viene la organización sádico-anal, en la cual resaltan especialmente el instinto parcial del sadismo y la zona anal; la diferencia de los sexos es representada en esta fase por la antítesis de actividad y pasividad. El último y definitivo estadio de organización es la síntesis de la mayoría de los instintos parciales bajo la primacía de las zonas genitales. Esta evolución se desarrolla generalmente con gran rapidez y discreción, pero partes aisladas de los instintos permanecen detenidas en los estados previos al desenlace final y producen así las fijaciones de la libido, muy importantes como disposiciones a ulteriores transgresiones de las tendencias reprimidas y que integran una determinada relación con el desarrollo de ulterior neurosis y perversiones.
La teoría de la represión. -
La reunión de estos conocimientos teóricos con las impresiones inmediatas de la labor analítica conduce a una concepción de las neurosis, que, expuestas a grandes rasgos, sería la siguiente: Las neurosis son la expresión de conflictos entre el yo y aquellas tendencias sexuales que el yo encuentra incompatibles con su integridad o con sus exigencias éticas. El yo ha reprimido tales tendencias; esto es, les ha retirado su interés y les ha cerrado el acceso a la conciencia y a la descarga motora conducente a la satisfacción. Cuando en la labor analítica intentamos hacer conscientes estos impulsos inconscientes, se nos hacen sentir las fuerzas represoras en calidad de resistencia. Pero la función de la represión falla con singular facilidad en cuanto a los instintos sexuales. Cuya libido represada se crea, partiendo de lo inconsciente, otros exutorios, retrocediendo a fases evolutivas y objetos anteriores y aprovechando las fijaciones infantiles, o sea, los puntos débiles de la evolución de la libido, para lograr acceso a la conciencia y conseguir derivación. Lo que así nace es un síntoma, y, por tanto, en el fondo, una satisfacción sustitutiva sexual; pero tampoco el síntoma puede sustraerse por completo a la influencia de las fuerzas represoras del yo y, en consecuencia, tiene que someterse -lo mismo que el sueño- a modificaciones y desplazamientos que hacen irreconocible su carácter de satisfacción sexual. El síntoma recibe así el carácter de un producto transaccional entre los instintos sexuales reprimidos y los instintos del yo represores de un cumplimiento de deseos simultáneo para ambas partes, pero también para ambas igualmente incompleto. Tal sucede estrictamente con los síntomas de la histeria, mientras que en los de la neurosis obsesiva la parte de la instancia represora logra más intensa expresión por medio de la formación de productos de reacción (garantías contra la satisfacción sexual).
La transferencia. -
Si la tesis de que las fuerzas motrices de la producción de síntomas neuróticos son de naturaleza sexual necesitara aún de más amplia prueba, la encontraría en el hecho de que en el curso del tratamiento analítico se establece una relación afectiva especial del paciente con el médico, la cual traspasa toda medida racional, varía desde el más cariñoso abandono a la hostilidad más tenaz y toma todas sus peculiaridades de actitudes eróticas anteriores, tornadas inconscientes, del paciente. Esta transferencia, que tanto en su forma positiva como en su forma negativa entra al servicio de la resistencia, se convierte, en manos del médico, en el medio auxiliar más poderoso del tratamiento y desempeña en el dinamismo del proceso de curación un papel de extrema importancia.
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Esto es tan sólo un mero esbozo de la punta de un gran iceberg invisible bajo las aguas de nuestra represión de monos vestidos y 'civilizados' que nos tenemos que comportar como realmente no somos.
Una de las maneras que hay de bucear en el conundrum son los sueños.
Los sueños, cuando 'los guardias que nos custodian' descansan y bajan la vigilancia, cuando la polícia endógena de nuestro cuartel personal, baja la guardia y libera "ciertos delicuentes que teniamos presos" durante el día para que salgan afuera a pasear y tomar el 'fresco de la noche'...es el gran momento de analizar y averiguar, al despertar, qué ha pasado, y, sacando máscaras, inhibiciones, símblos y maquillajes, descubrir que es lo que realmente los sueños nos han querido decir.
Para ello, ni que decir tiene, tenemos que quitarnos las obvias resistencias que defienden a ese 'fascista yo' que acarreamos y que siempre trata de protegernos para que no veamos a esos "delicuentes que llevamos presos pasear libremente en el fresco democrático de la noche de los sueños", y en ésta misión hermeneutica, la libido, esa misma que aquel lejano dia de la Trangresión Ancestral nos tapamos con las hojas de la verguenza cuando nos increparon "¿Qué habeís hecho?", ocupa un lugar esencial. Y esta es una misión imprescindible para la auto-liberacion personal.
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Esas hojas con las que nos cubrimos los genitales despues de haber comido el 'fruto prohibido' --y no por la hojas, de 'per se', claro--, tienen mucha tele y tela marinera.
En primer lugar --y dejándo a Oscar Kiss Maerth a un lado-- , porque si no tuviesen importancia nuestra especie nunca hubiese fabricado a un Freud, a un W. Reich, etc., ("La entera humanidad es mi paciente" -Freud-. "El hombre es la unica biologica especie que ha destruido su natural sexualidad y esta enfermo a consecuenciua de ello" -Reich-), nunca hubieramos tenido esa larga cola de cometa de perversidades, obsesiones, crimenes y abierta patologia alrededor de ellas . En segundo lugar porque la sexualidad humana es 'sui generis', en nada se parace a la de los monos antropoides --claro que tampoco se parecen a los citados simios las armas nucleares y el acelerador de particulas-- Algo pasó; y el Génesis lo deja muy claro.
Bien.
Freu dijo en una ocasion que el psicoanalisis seria aceptado en la medida en que ello podria porporcioanr armas para destruirlo. Aparte de la paradoja implicita, resulta muy iluminativo. El p., con la libido como pilar central hermeneutico , siempre ha tenido y tendra una gran resistencia para ser aceptado. La explicacion de ello, como boomerang dialectico, viene a reinforzar, precisamente, al miso p. en su capitulo de 'resistencias'. Hay una obvia resistencia a ser desenmascarado por el p., y es, simplemente, porque en el terreno de su aplicacion practica desmonta mascaras y maquillajes que son los que nos mantienen "esas hojas que nos cubren los genitales"...
Vayamos al tereno para ver lo que decimos.
Supongamos una familia, que es el nucleo donde conviven , con distintos roles, los machos y hembras de la familia consanguinea del alba de la humanidad --los estudios de Levis H. Morgan-- En tal familia pongamos por caso que la hija es tratada por el padre con extrema cortesia, protección y condescendencia; y la madre -a nivel consciente- le reprocha constantemente a su marido que la esta mimando y protegiendo demasiado, y, a la vez, el esposo -el padre-, para no descubrir ante si mismo motios diferentes a los que le manifiesta su mujer, tambíen cae en ellos; y la hija tambien idem de idem inconsciente de las fuerzas libidinales subterraneas que hay detras de la ecuacion --porque la conciencia de las genuinas causas les serian insoportables--
Bien.
Pero un dia la madre tiene un sueño y en él lo ve todo claro. En la onirica aparece, con otros cuerpos, claro, el padre y la hija de manera totalmente libidinal. La madre tiene varias opciones para defender su 'yo cartesiano': que es una tonteria y no es real, olvidar o, dejando las resistencias a un lado, realmente, tomarlo en consideracion y ver a traves de ello la autentica motivacion de su marido con su hija, y, por lo tanto, que son los celos de hembra por su parte lo que la empuja constantemente a reprocharle a su marido su conducta. ¿Que hacer, entonces? ¿Se lo explica a su marido? ¿A su hija?
La verdad es impasable.
Vamos, se puede transmitir, claro,
pero aqui nos referimos al hecho de que es 'impasable'
en el sentido de que la realidad instintual humana
choca frontalmente con el rumbo del barco donde navegamos,
y tan solo en muy especiales condiciones,
culturales, intelectuales, emocionales,
--y dependiendo del grado de libertad mental que se posea--,
se podria transmitir sin crear toda una cascada
de resistencias, susceptibilidases y defensas
que lo que harian sería, incluso, empeorar las relaciones
y ello se convertiria en lo que dice el proverbio:
'peor la medicina que la enfermedad'.
Por eso, el pilar central del psicoanalisis freudiano,
la libido, y esas hojas con la que siempre
nos la cubrimos como en el Génesis,
es lo que siempre se ha tendido a minimizar,
e, incluso, a sustituir por "otra interpretacion"
...con "extras hojas" para seguir cubriendonos
nuestros propios genitales.
Por eso perdimos el Eden
y no queremos seguir perdiendo mas cosas.
Por eso la entera humanidad sigue siendo paciente
del Docto Médico Vienés.