El refinamiento en las artes y las ciencias, la cortesía en las relaciones sociales, el comercio y el gobierno moderno no mejoraban la moral de los hombres, sino que los volvían infinita-mente peores, declaró Rousseau, desarrollándo sus argumentos de forma brillante nunca vista con anterioridad en la cultura occidental.
El golpe fué tremendo en un mundo que empezaba a autoalabarse por sus conquistas y había puesto en la evolución de la civilización, "civilisé" --termino que, originariamente, había aparecido, precisamente, en Francia--, todas las esperanzas del "buen gobierno y cuidado" de las gentes. Y ahora, exáctamente ahora, aparecía el "salto mortale" de la perspicaz cabeza de Rousseau demolíendo éste florecimiento social de la burguesía incipiente. Y todo ello en unas circunstancias históricas dónde los grandes filósofos de "la ley natural", Hugo Grocio, John Locke, Samuel Pufendorf y Giambista Vico, elaborando encajes de bolillos sobre variaciones al respecto, decían y aseguraban que esas "leyes naturales" que regían la condúcta humana también eran "leyes de Dios". ("Dieu est toujours pour les plus gross bataillons") Dios estaba al lado de la 'civilización' y el 'progreso' lo mismo que estaba con los "bataillons" y ejércitos del vencedor, luego Rousseau estaba atacando lo más sagrado e intocable.
El lujo, la codicia, la vanidad y el egoísmo --que eran los nuevos pilares sobre los que se alzaba la génesis del capitalismo-- eran manifiestos subproductos de toda una nueva avenida que la civilización burguesa abría sobre el horizonte histórico. A lo cual respondía Rousseau: "Por doquier el hombre nace libre", redactó en la primera frase del Contrato social, "y por doquier está en cadenas", las cadenas impuestas por la sociedad civil. Aquello conmocionó hasta sus cimientos a esa misma sociedad civil.
Toda su estructura hermenéutica implicaba, de "per se", un nuevo concépto que descartaba totalmente la óptica de ver el desarrollo histórico como "progreso". "Todo progreso...ha consistido en pasos aparentes hacia el mejoramiento del individuo, pero en pasos reales hacia la ruína de la especie".
La propiedad privada daba orígen a la competencia y a la explotación; las interrelaciones sociales complejas generaban orgullo y envidia; las artes ablandaban y afeminaban a los hombres; los seres humanos se volvían físicamente débiles, y todo el alienante e injusto proceso socio-económico que aumentaba las riquezas en unos a costa de la pobreza en la mayoría, hacía a las gentes mas infelices y descontentas al levantar mas separación, distancias y vallas entre los seres humanos.
Rousseau revirtió los polos de la civilización y el estadio primitivo comunal. Sus alabanzas al hombre primitivo, el "buen salvaje" (una expresión que él no creo, que la montaron sus enemigos para ridiculizarlo), que vive en espontánea armonía con la naturaleza y sus semejantes, constituía un reproche contra sus refinados contemporáneos parisinos. Pero también, claro está, como hemos dicho, se alzaba como un tremendo alegato contra la idea de la história como progreso. Rousseau cerraba un temprano ensayo con ésta irónica plegaria:
"Dios Todopoderoso, liberános del Iluminismo y devuelvenos a la ignorancia, la inocencia y la pobreza"
Rousseau fue el primer profeta del fracaso de la sociedad civil. (A). Y su ejemplo resultó irresistible, simplemente porque la realidad iba confirmándolo.En visperas de la Revolución Francesa, los discípulos de Rousseau proclamaron que la auténtica felicidad no implicaba integrarse a la sociedad normal, sino liberarse de ella.
Hoy, aunque en otras vaguadas y desfiladeros históricos, seguímos, más que nunca, en las mismas coordenadas, salvo que éstas son mas trágicas y peligrosas que nunca porque conllevan más la urgente necesidad de liberarse cuánto antes de esté Regimen Canibalista Actual (RCA), que, como un "Titanic", a toda prisa, a toda máquina, tratando de batir el record de tiempo navegacional entre S. y N.Y. (tratando de batir siempre los records de ganancias que produce su modo de producción), y acarreando en su vientre diferentes y ant-agónicas clases sociales dónde unos nadan en la abundancia y otros, en las bodegas, ni pueden respirar, se dirije, inexorablemente, al iceberg que todos vemos aproximarse ya.
Porque el presente ha verificado absolutamente que Rousseau llevaba toda la razón al indicarnos de que el gobierno moderno lo único que ha hecho, con su "progreso" (en el presente, con su "democracia" del "free world"), es el encadenarnos más y más, y ésto es comprobable mirando, objetivamente, la realidad actual, que, desde aquella sociedad perínclitamente comunista y equitativa que descubrió e investigó en sus estudios el antropólogo norteamericano, Lewis Henry Morgan
(que sirvió de base para "El Origen de la Familia, la Propedad Privada y el Estado" de Engels y Marx), hasta el "maletín nuclear" de los Ricos en el Poder de hoy en día, lo que ha pasado es que todos los postulados de Rousseau se han convertido en Axiomas, pués la frustación, alienacion, pauperismo, deshumanizacion, desintegración, insatisfacion, horfandad e impotencia del ser humano están por doquier en una macabra siuación donde, entre otras cosas esenciales, el 1% de la población mundial son los dueños de las tres cuartas partes de las riquezas de un Planeta dónde a los que viajan en tercera clase cada vez le sube más y más el agua que ya llevan hasta el cuello.
¿Es esto el "progreso"?.
Si, para ese 1% de la población.
Pero tampoco.
Tampoco porque el escenario es tan abrumadoramente frágil y naufragante que, incluso, para ellos también empiezan a acabarse los "botes salvavidas".
Rousseau fué, sin duda alguna, el primer gran crítico del capitalismo, aquel capitalismo "IN STATUS NACIENTI" que en su época genésica en la história reperesentaba el amanecer de una ideología de la clase que, con ayuda del desenvolvimiento de las ciencias naturales y el surgimiento de un nuevo estrato social de mercaderes y negocientes, prometía, para justificar el robo de sus nuevas riquezas, el oro de un cuerno de la abundancia para todos, algo que, por el brillo de sus oropeles, encandiló a los intelectuales y técnicos que trabajan para ese "progreso", Iluminismo de luces y soles que aún, a pesar del continuum de sus fracasos, sigue encandilando, ahora mismo, a los retrasados mentales que produce, hora a hora, éste goebbelsiano y orwelliano Control de Pensamiento actual que se ha insitucionalizado como última y desesperada arma de clase para perpetuar ésta plutocracia global que tiene sus días contados y que, al igual que asumía Gibbon sobre el Imperium Romanum del "por qué fue destruído en lugar de preguntarnos el por qué duró tanto tiempo", nosotros también, sentados --al igual que él-- en las ruínas de éste Foro Capipalista --que también nos inspira otra clase de "Decadencia y Caída del Imperio Romano"--, nos interrogamos, atónitos, acerca del por qué, dada su interna podredumbre, éste Neo-Imperium Romanum está durando tanto tiempo.
Por eso, volvamos a repetir la oración rousseauniana, el nuevo "Padre Nuestro" que nos podrá devolver lo que hemos perdido:
"Dios Todopoderoso, liberános del Iluminismo y devuelvenos a la ignorancia, la inocencia y la pobreza":::::::::::::::::::::::::::::
(A) Hay que tener en cuenta que el mismisimo apoóstol de la sociedad civil, Adam Smith, tampoco se hacía muchas ilusiones sobre el triunfo del espíritu mercantil que empezaba a brotar. En "La Riqueza de las Naciones", escribió: "Otro mal efecto del comercio es que la mente de los hombres se contrae y se vuelve incapaz de elevación. La educacion es víctima del desden, o al menos de la negligencia, y el espíritu heróico se extingue casi por completo"