¿Qué lleva el pájaro en su pico?
¿Un mar que nos cubre a todos
y del que no podemos escapar?
¿O solamente es un espejismo,
un invento óptico que tenemos que aceptar?
"Dios no sólo juega a los dados
con el Universo, sino que los tira
dónde nadie los ve"
Stephen Hawking
"La especie humana
es algo extrañísimo,
pero vista desde dentro
todo parece normal"
Anónimo
Juegos Metafísicos
(Mas allá de la Física, en ese horizonte
dónde el cielo parece juntarse con el mar
y nos engañan la vista)
nos hace despertar
Quizás sea desde el subconsciente
desde dónde se nos dirige
sin el permiso de nuestra voluntad
Aún es de noche.
La seis de la mañana.
¿A quíen obedecen los relojes
--el tiempo que nos devora sin parar--,
¿a sus manecillas o a los sueños
que junto a nosotros van?
La casa, el piso, sin pisar,
siente nuestro sigilo al andar
Todo duerme
El silencio taladra el espacio.
El espacio orada madejas
que desovillan entendimientos
sin descifrar.
El silencio del piso
pisa lo humano,
lo sacrifica en su altar.
El silencio de los otros,
del zoo humano,
de la ciudad,
de las cosas,
de lo inorgánico,
de lo imperturbable,
parece esperarnos
a que lo vayamos a visitar
El silencio de un mundo,
ahora parado,
nos invita a contemplar
el vacío de la eternidad
(El Zen tiene 18 vacíos,
¿cómo lo pudieron contar
estando llenos de mortalidad?)
Toma alma lo inerte,
lo que siempre esta ahí
y siempe estará
para que otros vengan
a decir lo mismo
sin que nada
pueda cambiar
Ya no hay nada que hablar,
que apuntalar, que denunciar.
Todo es un lago sin mar,
sin corientes,
sin flujos,
estático desde el principio,
disuelto en el sólido azar.
...En realidad sabemos
muy poco de la realidad.
Semper ignorabimus
Sólo sabemos que entramos
un día cualquiera
sin avisar
(la vida y la muerte
de la mano van,
por aquellos cañaverales,
¿las habéis visto pasar?),
y salimos bajo el mismo silencio
que nos vio llegar:
todo impuesto,
tómbola mágica
de la contingencia,
de la eventualidad.
Todo impuesto con las manos
del prestidigitador de turno
en terra incognita sin abonar,
esa planta que se nos implanta
sin consultarnos,
sin el con-sentimiento
de quíen la tiene que regar.
Todo nos lo determina
las carambolas del Sólido Azar:
la especie
(podríamos haber aparecido
de orangutan o de caiman),
los padres,
el tiempo,
el lugar,
el planeta,
las circunstancias,
el lecho del río
por dónde vamos a nadar;
ineptos y desvalidos,
sin podernos comunicar,
sin saber pensar,
nos clonan y dan forma
como el alfarero
torna el barro
en vasija que llenar...
Asi empezamos a desenfundar
nuestra ilusoria libertad,
la libertad del cangrejo
para marchar adelante
o hacia atrás:
is up to you hacia dónde
quieres andar.
Después, poco a poco,
intuitus originarius,
como alas que quieren volar,
vamos tomando conciencia
de la anfibología humana
con la que tenemos que lidiar,
de lo equívoco
con lo que hay pactar,
de los cuentos
que nos tenemos que contar,
de los inventos
que tenemos que patentar,
de los espejismo de los horizontes
a los que nunca podremos llegar,
y, poco a poco,
sin darnos cuenta,
--porque todos hacemos igual--
nos vamos mimetizando
con el paisaje
por dónde hay que deambular,
mundi habitatores
que tenemos que habitar...
y terminamos ecribiendo estas cosas,
aún de noche,
en el silencio del piso y la ciudad,
cuándo nos abrazamos a lo inerte
tratando de escapar,
a las seis de la mañana,
cuándo seguimos sin saber
a qué obedecen los relojes,
--el tiempo que nos devora sin parar--,
si a sus manecillas o a los sueños
que junto a nosotros van...
