Monday, November 21, 2022
En el "hic et nunc", en el aqui-y-el-ahora, del tren de alta velocidad de la vida...
y tendidas,
y por el Este, dónde el mar espera,
las luces se tornan doradas
como si el agua fuese reflejo impasible de conjuros y alboradas.
Homo nocturnus,
no estamos acostumbrados
a este insinuante espectáculo
del nuevo y viejo dia
cuándo el universo abre sus ventanas
a la circunvalaión de las rutinas humanas.
Y es que hoy nos hemos tenido
que levantar temprano
para llevar a la abuela
a la estación del tren,
ya no de humo y vapor,
sino de silencios y alienación,
que es su día de cuidar a la nieta.
Los hijos de los hijos de los hombres
siempre circulando como trenes
sin paradas y sin estaciones,
abuelos, padres, hijos,
y vuelta a empezar
en una cadena sin fin
de lagos y ríos
dónde todo aparece y desaparece
y aún no sabemos
ni el por qué ni el para qué.
Desde la altura de la jaula del piso
--donde nos pisamos y nos pisan--,
podemos ver a lo lejos el mar
en el espejismo del horizonte,
que siempre une lo separado...
y nos parece que nos invita
a que lo vayamos a tocar,
agua y tierra,
tierra y mar,
tan diferentes,
tan unidos
en la anamórfica lontananza
del liquido y la materia
desde la eternidad...
Cuantos distintos momentos
en la noche y el día,
cuantos reflejos de realidades
de la ciclica noria de un universo,
matemático y preciso,
que se hace imposible creer
que haya salido del caos y la vorágine...
y todo, todo,
se desenvuelve con precision,
con un exacto compás que marca
puntos y coordenadas
en continua repetición...
sólido y frágil,
perpetuo y caduco,
la permanencia
de la impermanencia,
la ilusión de la dualidad
en la unicidad...
En la torre de la iglesia
--el clero controlador del tiempo--
han dado las ocho de la mañana.
En los árboles los pájaros,
en sus conclaves de voces,
parecen decirnos algo
que no encaja
con nuestros simbólicos
y esclavistas almanaques.
Poco a poco el dia se va encapotando
y las que fueron sus incipientes luces
se van alejando y eclipsando.
Todo es como un perpetuum mobile
en el cual la Esfera de Pármenides
es tragada por el Móvil de Heráclito
--no, el celular, no,
Heráclito no usaba móvil--
Todo está en continuo movimiento,
en un misterioso movimiento
que no percibimos
desde nuestros barcos varados,
rigidos y encallados,
como si fuesemos sentados y parados
en un tren de alta velocidad...
mientras todo va corriendo,
hacia un destino ¿programado?,
corriendo siempre,
moviéndose siempre,
indiferente a nuestra estaticidad,
sin darnos cuenta
que nos vamos deshaciendo
por el sendero de ese viaje esotérico
que es la conciencia en inexorable rumbo
hacia la estación término
del "hic et nunc",
del aqui y el ahora,
del tren de alta velocidadde la vida....
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