Ayer vimos de nuevo la hollywoodense Vacaciones en Roma, aquella película que una vez nos hizo soñar con los cuentos de reinas y princesas y plebeyos americanos que guardan sus oportunidades periodísticas en aras de cubrir las debilidades de sus Altezas que también son humanas, y, a veces, -sobre todo en la Ciudad Eterna- se escapan y quieren vivir como los demás; y lo que son el paso de los años, el crecimientoy el desarrollo personal --sin tirarnos ninguna florecilla que no podamos cultivar--, nos recordó los cuentos infantiles que le leemos a nuestra nieta.
Y nos preguntamos, claro, lo inevitable: ¿por qué a las criaturas humanas nos gustan tanto los cuentos que durante toda la vida no los podemos evitar y nos sumergimos en ellos como dulce y proclive infantilidad para escaparnos del Ananké, como llamaba Freud al Principio de la Realidad?
¿Sera por eso que, desde pequeños, nos empiezan la mente y el espíritu a instrumentalizar y a preparar --en prevision didáctica a que un día por nosotros mismos podamos pensar-- para contrarrestar lo que, de mayores, vamos a vivir y experimentar?
Porque las "herederas al trono" --como la princesa Ann de la película, sobre todo ahora que la famosa reina inglesa ha muerto y el mundo entero ha desfilado ante su férretro-- nunca se enganchan en la calle con el primero que pasa para ayudarla a regresar a su casa...claro que si esa persona es un atractivo reportero yanqui ya la historia puede cobrar visos mas congruentes y asimilables para la fábula del consumo general, como nos pasó a nosotros in illo tempore --y a millones más-- cuando esas Vacaciones en Roma nos hacían soñar mientras Franco nos levantaba del asiento para cantar el himno nacional.
¿Por qué nos gustan tanto los cuentos a lo largo de nuestras vidas? Es algo a lo que, seriamente, debemos contestar antes de que sea demasiado tarde y, al revés de otro cuento, el de Garbancito, ya no sepamos a casa regresar, a esa casa que no será el Palacio de la princesa Ann, sino un cuchitril que se nos viene abajo y ya se hace inhabitable para una gran mayoría carne de cañon, expoliada y abandonada, esa misma que los cuentos la quieren hacer olvidar.
................
Aqui viene otro cuento hollywoodense.Pero este nos lo cuenta León Felipe:
Y he visto:
que la cuna del hombre
que los gritos de angustia del hombre
que el llanto del hombre
que los huesos del hombre
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido
y sé todos los cuentos.