Si.
Antes de entrar en el desierto de los USAdores
hay que pasar otros.
Todos peligrosos.
Casi nunca vemos películas.
Pero ésta nos cogió.
(Y no es fácil cogernos)
El mexicano Jonás Cuarón es el director
y ha hecho del Desierto un "gran desierto";
para nosotros, un vergel,
un páramo con mucha agua
con la que te puedes lavar
y sacarte el tedio
de las tontainas películas
del altar mediático
y que nos bombardean idiotizandonos
hasta la médula espinal
La desolación y belleza del lugar
hace que la Naturaleza
colabore, sin saberlo,
como otro protagonista
que envuelve con su majestuoso
e inmenso escenario natural
la corriente eléctrica
que fluye sin cesar.
La película se va desarrollando de tal manera
que quedas prendido de ella
y mordiéndo el anzuelo que te presenta.
En primer lugar,
la tremenda parábola política
sobre la que se desenvuelve
entra en marcha directa,
sin concesiones,
para que el motor del coche
del espectador corra
con los que llevan al galón de agua
en las manos...
Por un lado el demente que defiende
su land of the free de los bárbaros del sur
que vienen a quitarsela.
Por otro lado, los barbaros del sur
que vienen a recuperar lo que era suyo.
Ya quedan establecidos los dos vectores de fuerzas
sobre los que va a girar la resultante
de ésta figura geométrica.
Pero todo hubiése quedado en el masivo cliché
del calzado en serie televisivo
si Cuarón no hubiése sabido darle
ese rítmo emocionante de caza,
huída,
persecución
y perro devorador
(al que había que darle
un premio de interpretación),
que, poco a poco,
en un suspense de perseguidos y perseguidor
termina apoderandose del espectador.
Y no podemos hacer nada
por sustraernos a ésta ecuación.
Y, naturalmente, detrás de ello está Cuarón
que le transmite a la cámara un ojo incisivo
y supervisor que se apodera
de cada cuadro de acción.
(En vilo seguimos a ese maldito perro,
el mejor amigo del hombre)
Y con esos encuadres vamos
también nosotros metidos en la huída
--sin poder hacer nada por salvarlos--;
en la persecución del de-mente
que lleva en su furgoneta
la bandera de los esclavistas
confederados del sur de su nación
que practicaban --no hace mucho--
los mismos ejercicios de tiro al negro
tras echarle los perros al cimarron.
Nos preguntabamos,
viéndo la carnicería que el demente
iba ejecutando usando los mejores estilos
que otros dementes llevaron
a cabo en otro Desierto,
el de Vietnam:
¿qué final le va a dar el director a todo ésto?
El bienvenidos a la tierra de la libertad,
cuándo el demente ejecutaba a sus víctimas,
no deja de tener la significativa y lacerante
ironía de todas las tragedias
que, en mayor o menor escala,
se viven cada día en el otro Desierto
de los núcleos urbanos del país
adónde los perseguidos querían llegar
y dónde la policía --dementes uniformados--
todos los años mata en las calles
a centenas de los que el Desierto
logran cruzar.
Cuarón no nos deafraudó con el final
Porque hubo equilibrio,
estética fílmica
mensaje,
justiciera Nemesis coyuntural
y comprometida perspectiva de la realidad
Al malo se le hace pagar por sus pecados
Y aúnque sea tópico
no se podía dejar que pasara
en otra clase de formato
Un disfrute cinamatográfico encajado
en la metáfora humana y social
que se monta todos los días
en la dramatis personae
de miles de seres humanos
que al otro lado quieren cruzar,
buscando, lo que se dice,
mejor oportunidad...
Asi le aseguran al Gangster de Trump
la coartada de que con un "muro"
se evitaría que esos dementes
con banderas confederadas del sur,
con sus perros y rifles,
se dediquen a cazar y matar
...en lugar de ingresar en la policía
y hacerlo de forma oficial.
Película a apreciar en medio
de la pandemia imperante
de juegos de tronos y tronos de juegos
dónde se masifica y atonta
sin decir lo que se debería denunciar.