¡Oh, el insomnio,
Padre de los Sueños!
La gran ley consoladora e inmutable
y el gran poema de luz que buscamos
naceran del insomnio.
Leon Felipe
¿Será verdad lo que nos dice éste León
de rugidos que se oyen a kilómetros
y cuya melena de luz y exilio
nos sigue y nos seguirá alumbrando?
Es que anoche también a mi me asaltó el insomnio.
Es como un tigre
Nos ataca por detrás,
pero está dentro de nosotros mismos.
Lo que pasa es que cuándo lo vemos
nos llega disfrazado.
A mi se me apareció de pelícano
que en la bolsa de su pico llevaba cosas extrañas,
revueltas,
inconexsas,
pero unidas,
enlazadas.
Fue cuando me di cuenta de que el insomnio
se había convertido en su sueño.
Es el sueño del insomnio
el que produce monstruos
y no el sueño de la razón.
Soñar despierto
Eso, eso es el insomnio
Siempre estamos soñando despiertos
Es como un insomnio perpetuo
soñando que no dormimos.
Dice León que hay versos que valen un insomnio.
Yo no vi versos por ningún sitio.
Nada rimaba.
Nada era nímbico.
Note tan sólo una maroma
de la que siempre Vertumno,
el dios del paso del tiempo,
va tirando, tirando...
y llevándola a la bolsa
de un maldito pelícano.
Y nada rimaba
Lo que en partiuar me llamó la atención
es que en la parte superior del pico
llevaba un dado.
Creo que era el número cinco,
si, el cinco.
Y un reloj.
Y un pájaro agonizante
Y frutas...
Todo en la bolsa de su pico
Y que estaba apoyado en una sola pata
con enorme membrana
como si todo, todo,
se sustentara sobre el mismo pilar.
Ya no me interesaba dormir.
Además, no tenía sueño.
El dado.
El azar.
El número cinco
El taoismo emplea la numerología
para lidiar con los cornupetas de la vida y la muerte.
Son dos dos aparte y en medio hay uno:
nosotros, separandolos;
siempre estamos separando
a esos dos cornupetas
hasta que entre los dos --dos-- nos matan.
Y después el reloj
El Tiempo
Ese jeroglífico que nunca resolveremos.
Esa Esfingie que de nosotros
siempre se está riéndo
en un desierto de arenas movedizas
dónde nos vamos cayendo.
Y el pájaro agonizante
Y las frutas.
¿Y si no era una agonía?
¿Y si aquel pájaro
también estaba bajo un insomnio
del que no podía salir
sintiéndo que estaba
en la bolsa del maldito pelícano
y que las frutas eran fuentes prometedoras
que lo sustentaban
para que nunca comenzara a dormir?
(Somos siempre ese pájaro
en una bolsa cualquiera
dentro del mismo insomnio
del que nunca despertamos)
.......................
¡Oh, los sueños del insomnio!
Dice León.
Es verdad.
Pero yo no ví ningún poema de luz.
Yo sólo sentí los sueños del insomnio.