de ésta servidumbre moderna
(al menos que antes nos podamos
comprar, para liberarnos,
un barco de guerra),
sólo puede ser resarciada y sublimada
cagándonos en la cacerola
en la que nos cuecen
éstos mortíferos antropófagos
del templo de la libertad.
Cuánto más se extiende
éste canibalismo concensual
más nos reducen a lo único
que ya podemos hacer:
cagarnos en el festín
que de nosotros
estan haciéndo por doquier...
Por lo menos les enmierdaremos
el banquete que de nuestras vidas,
de nuestras carnes y huesos,
éstos salvajes saborean
con su omnipresente poder.
Si:
¡Ja,ja,ja...me
cagué en la
cacerola...jo putas!
Por lo menos saldremos
de aquí arruinándoles el guiso
que, impunemente,
extrayeron de nosotros.
Algo es algo.
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