Thursday, March 3, 2016
LA "PALPABLE EVIDENCIA" DE QUE TODOS SOMOS IGUALES ANTE LA LEY
El juicio de la llamada infanta Cristina
nos ha hecho ver...
...¡Cuánto tenemos que aprender
de nuestro enemigos de clase!
¡Cuánto tenemos que aprender
de los que detenta el poder!
Porque, realmente,
pensando dialécticamente,
es el sistema, el satus quo, el stablishment
--o como se quiera llamar
a ésta Omnipresente Gangstercracia--,
el que gana:
el que se vende y se promociona
de manera magistral.
¿Cómo?
Muy sencillo:
Porque nos hacen llegar
la palpable evidencia
de que todos somos iguales ante la ley.
Y esto es necesariamente fundamental
en un régimen basado
en la explotación del hombre por el hombre:
hacer sentir --y constantemente aprehender--
que todos somos somos iguales,
que todos tenemos los mismos derechos
...aunque nadie lo crea --claro--,
pero no importa, no importa...
la cuestión es hacerlo creer,
por todos los medios,
desde todos los ángulos,
desde todas las azoteas y atalayas,
y la judicial, el de "justice for all",
es una de las mas efectivas.
Es mas, sin ésta palpable evidencia
no se podría trastrocar
una plutocracia en una democracia:
hacer salir de una chistera una paloma blanca,
el chiste mas barroco de toda la historia
Y aqui radica el Alma Mater del asunto,
su nudo gordiano,
del que debemos aprender
Por eso, viendo a la llamada infanta Cristina
sentada en el banquillo de los acusados
no hemos tenido mas remedio que decir:
Chapó...
Nos quitamos el sombrero,
Ladies and Gentleman,
¡que bien lo hacéis!
En la pared, el majestuoso cuadro
de su Majestad el Rey y Jefe de Estado,
y en banquillo de los acusados,
su Hermana.
Esto --salvo en situaciones excepcionales--
no ha pasado con anterioridad en la historia
Y muchos pensaran --antidialécticamente--:
'Que bien, hemos progresado...'
Pero, claro, no es cierto;
lo que ocurre es que antes,
el régimen, no tenía necesidad
de hacernos creer que todos
eramos iguales ante la ley,
se funcionaba sin disimular el despotismo,
era la fuerza y no la persuasion ni el orwelliansimo
la que se encargaba de regir lo establecido.
Hoy el juego ya no es el mismo,
otros ingredientes y parámetros componen el guiso,
y si llega el caso,
para hacer ver que todos somos los mismos,
en la misma sala del tribunal
donde el rey de turno preside la sesión,
aqui, oh, dioses del Olimpo,
se le hace entrar a su Hermana
para que se puedan comprobar
que todos somos tratados lo mismo.
Todos somos tratados lo mismo.
Mismidad.
Edad dónde tenemos que aprender
que el régimen, yendo contra él mismo,
es el que gana:
el que se vende y se promociona,
de manera magistral, a él mismo.
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