Elenco de las Madres consagradas que fueron humilladas, torturadas, violadas, vejadas y asesinadas durante la Guerra Civil española por odio a la fe y a la Iglesia de Jesucristo. Ahora reinan con su Esposo para toda la eternidad.
Las obligaron a dejar las obras caritativas de la Casa de Misericordia de Albacete y salir hacia Madrid, después de haberlas exigido vestir de seglares para hacer desaparecer todo signo religioso. Se vistieron de seglares, sí, pero se les notaba lo que eran: Madres.
Contaremos las historias de tres de ellas
El cambio consistió en sustituir el hábito por una sencilla bata de percal, y la toca por un pañuelo para cubrir la desarreglada melena.
Madre Dolores, Madre Andrea y Madre Concepción, decidieron no despojarse de su querido Rosario, habían encontrado en él y en la Eucaristía, celebrada clandestinamente en el sótano refugio, la fuerza para resistir en medio de la persecución.
La Madre Dolores y la Madre Concepción llevaban el Rosario en la cintura, debajo del vestido de seglar, y Madre Andrea, la más joven, puesto como collar. Por éste detalle fueron reconocidas como “Madres” al bajarse del tranvía cuando llegaron al pueblo de Vallecas para dejar a la Madre Concepción en casa de un tío suyo que no quiso recibirla.
Primero, en la calle, las apedrearon, después las condujeron al Ateneo Libertario del pueblo dónde fueron acosadas, insultadas y detenidas.
Durante varias horas sufrieron provocaciones inmorales por parte de los miembros del tribunal integrado por cinco milicianos republicanos.
Seguidamente separaron a las dos más jóvenes, Madre Dolores y Madre Andrea, y se las llevaron a una celda de la checa ubicada en el Colegio de las Religiosas Terciarias de la Divina Pastora.
Allí, unos milicianos atrevidos y desvergonzados sometieron a Madre Dolores y Madre Andrea al terrible martirio de la violación.
Seguidamente se las llevaron a Los Toriles, como si fueran toros de miura. Allí las torearon y las arrastraron, mofándose de ellas un grupo numeroso de niños, jóvenes y milicianos adultos.
Por último acabaron con su vida con un tiro que les atravesó el cráneo; a la Madre Dolores en el parietal izquierdo, y a Madre Andrea en el derecho.
A la Madre Concepción, en lugar de torearla materialmente, lo hicieron moralmente con provocaciones obscenas. Al final sufrió el tiro final en el cráneo, junto a la vía del tren en el término llamado del Pozo del Tío Raimundo, no sin antes proferir un grito fuerte como Cristo en la cruz. Y como Él, puso su vida en las manos del Padre y gritó: “Viva Cristo Rey”. Era el 3 de Septiembre de 1936.
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Epílogo
Hoy, otro día 3, en Mayo,
se celebra el día de las Madres.
En la burguesía,
como nada tiene ni su hora ni su día,
(porque todo está secuestrado
sin las necesarias y justas melo-días),
a todo hay que darle un día,
una fecha, una conmemoración,
una transferencia de valores y sinfonías
para que las gentes desahoguen sus frustaciones
y sus agonÍas en un país dónde ésta clase de Madres, heroínas canonizadas en la sagrada ceniza, componen aún una maternidad que sigue reinando en el reino de España que nos guía.
"El franquismo yo creo que sigue hoy. El franquismo y el antifranquismo son lo mismo. Hay una actitud mental y unos modos que nacenentonces y lo llevan todo"
Francisco Casavella
(Acotado de "La persistencia del franquismo en la sociedad española actual", Glicerio Sánchez Recio. Universidad de Alicante)