Carta a un viejo amigo, Dino.
Nos conocimos hace la friolera de 50 años
en un Kibutz, Dvir, en Israel,
cuándo lo material y lo espiritual,
mezclados en la misma vasija
--de nuestras respectivas historias--
aún no tenían los bordes de la prioridad,
esa que da la experiencia de los caminos
por dónde nos hacen pasar.
O è la vecchiaia che ci fa pensare?
Hemos tardado mucho tiempo, eso sí,
pero, al final, nos hemos dado cuenta.
Es que las cosas toman tiempo...
hay que pasar muchos puentes,
hay que cruzar muchos paísajes
antes de llegar a ellas.
Todo es un largo camino
que hay que andar, machete en mano,
abriéndo la trocha por la que podamos pasar.
Toma tiempo descubrir
que sólo lo espiritual es real.
Y una vez que hemos llegado a ello
...ya no hay marcha atrás.
Es, en cierta forma,
una especie de condena,
como un destino nefasto
del que, una vez en él,
no nos podemos escapar.
Y es que, nosotros,
los materialistas dialécticos
siempre nos hemos resistido
a admitir ésta verdad.
Pero aquí está: clara, diáfana,
en toda su esplendorosidad...
y, además, confirmada por Hegel,
No podemos pedir más.
Y ahí te lo mando,
viejo amigo,
por si te pudiéra interesar.