Para acogerse a la ley de Mecenazgo de 2002, que dispensa del pago de ese impuesto a todos aquellos lugares de culto católico, tales como Iglesias, conventos, santuarios, capillas, oficinas parroquiales, etc, muchos ciudadanos han convertido su salón comedor en una modesta capilla y han acrecentado su fervor religioso hasta el punto de expresarse por medio de parábolas y frases bíblicas cuyo trasfondo, como es preceptivo, siempre suele ser sexual o tremendista.
La Iglesia ya ha advertido que no reconocerá ninguna de esas instalaciones mientras no las administre un sacerdote debidamente ordenado por un cardenal, aunque la inspección de Hacienda ya ha declarado que las capillas de los pisos cumplen todos los requisitos para ser consideradas como tales, pues invitan al recogimiento, tranquilizan al ciudadano ante la creencia de un ser extraterrestre que les protege mediante telepatía y rayos, y disponen de imágenes de hombres semidesnudos recibiendo latigazos o atravesados por clavos.
Al parecer, muchas de estas capillas son tan confortables que algunos visitantes están empezando a dejar pequeñas propinas para ayudar a la familia. La Conferencia Episcopal Española, indignada, califica esas propinas como limosnas y, por lo tanto, las considera suyas, y exigirá ante el tribunal de Estrasburgo su cobro inmediato o, al menos, de la entrega del diezmo.
Rouco Varela, amenazó, además con una gran lengua de fuego que entraría por la cocina del piso-capilla y arrasaría todo lo que encontrase a su paso, incluyendo mobiliario, inquilinos y mascotas, hasta llegar al salón comedor y desintegrar la capilla propiamente dicha.
El Vaticano ha dicho que Benedicto XVI ve con cariño y comprensión la idea española pero también ha prometido otra lengua de fuego si insisten en no pagar el diezmo.
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Los socialistas se niegan a ceder parte de sus reservas
En la sede de Génova se dispararon ayer todas las alarmas, incluidas las luminosas, las sonoras que hacen “Uah, uah, uah”, y las que lanzan nitrógeno líquido sobre papeles de extesoreros, al saberse que las reservas de desfachatez estaban únicamente al 4 % de su capacidad, equivalente a veintisiete mil toneladas brutas.
Según la vicepresidenta del Partido Popular, Soraya Sáenz de Santamaría, no hay suficiente para que lleguen al final de la legislatura, ni aún suponiendo que la mitad de los ministros dejasen de hacer declaraciones a los medios de comunicación.
Solo Cristóbal Montoro, puntualizó Santamaría, necesita ciento ochenta y cinco mil kilos semanales para mantener las relaciones con la prensa y el resto de las diferentes formaciones políticas. “Yo no sé lo que hago con la desfachatez, pero se me van treinta kilos solo con decir buenas tardes”, ha señalado el ministro de Hacienda.
La rotunda negativa de Pérez Rubalcaba a que el PSOE pudiera efectuar un trasvase de desfachatez al Partido Popular cuenta con el respaldo de todos los barones socialistas. “Nosotros hace ya más de un año que estamos abasteciéndonos de los depósitos auxiliares de desvergüenza. Como comprenderán ustedes, no estamos para prestar desfachatez a nadie”, declaró ayer Rubalcaba a la prensa.
El Partido Popular mira ahora a Bruselas, y más concretamente a Ángela Merkel, esperando un gesto de apoyo. Al parecer, la cancillera alemana podría estar dispuesta a enviar siete mil camiones cisterna de desvergüenza en menos de cuarenta y ocho horas, pero sería a cambio de veinte mil millones de euros.
UPyD se ha ofrecido, con carácter humanitario, a prestar seis toneladas, pero advierte de que su extraordinaria pureza podría ser peligrosa incluso para Dolores de Cospedal.