Friday, November 22, 2013
LAS VICTIMAS TAMBIEN ESTAFAN
“Ser radical es aferrar las cosas por
la raíz. Más, para el hombre, la raízes el hombre mismo”.
Karl Marx,
Contribución a la crítica de
la filosofía hegeliana del derecho
Vivimos en un orbe capitalista
dónde las estafas han pasado a ser
el omnipresente 'axis mundi'
de la dictadura del régimen,
dónde la victima victimiza,
el estafador estafa,
el engañado engaña,
el explotado explota:
es el mayor triunfo
de una clase social en el poder
que ha segurado su supremacia,
puesto que su ideología funcional
la copian hasta las mismos
padecedores que produce.
Mi mujer ha llegado de los USAdores.
Nos citamos con nuestro hijo Miguel
en la "gran catedral computera"
de la "Manzana Mordida",
junto a la Plaza de Cataluña.
Miguel llega exaltado dicíendonos
que hay una gitana tiritando de frío,
con los pies en un charco de agua,
junto a la catedral, y que tiene que ir
a comprarle una manta para llevársela.
Aplazamos nuestra entrada
en la "Manzana Mordida",
y nos dirijimos a otra "catedral",
el llamado 'Corte Inglés'
--cuyo 'corte de manga'
es más internacional que 'inglés'--,
y el hombre, allí, aun sumido
en su budista exaltación compasiva,
le compra una lujosa manta.
Caminamos los tres hacia la catedral,
y alli, en su lado oeste,
está nuestro personaje.
Liada completamente en un manto negro,
como el burka que usan las mujeres árabes,
cubríendose la cara,
estremecíendose como si le aquejara
una gélida temperatura polar,
y con los pies en un charquito de agua
formado en un desnivel
de las losas del suelo,
está la "jitana de Miguel".
Yo mismo, al verla a unos metros,
me estremezco y le digo,
con voz de la Madre Teresa,
que el mismo le ponga la manta
sobre los hombros,
pensando que ello sería
mas amoroso y personal
que el hecho de simplemente dársela.
Mi mujer observa la 'operación de caritas'
y también esta conmovida.
Le pregunto por su nombre
y, aún sin poderle ver la cara,
me dice que se llama María.
Le digo que si moviera los pies
hacia delante evitaría el frío
del agua dónde los tiene puestos.
Me obedece.
Ya está debajo de la nueva manta.
Pero no parece muy confortable
con su nueva ropa.
Como si le costara aparentar
lo que dice ser.
Y en éste momento llegan dos motos
de la policia urbana.
Al verlos, María se levanta
y se va casi corríendo envuelta
en su flamante manta.
Los policias, en lenguaje amable,
nos dicen que la conocen hace años,
que vive en un piso por aquellos alrededores,
que sus hijos tienen buenos trabajos,
que cobra una pensión
de la seguridad social,
y que es conocidísimo a lo que se dedica,
sobre todo ante el candor sensitivo
de los turistas, pués los locales
conocen muy bien su "ficha".
Lo que ocurrió después fue un interesante diálogo entre la policía y mi hijo Miguel en el que, a mi parecer, se estableció una enrevesada semántica y axiología político-social a la cual pertenece el título de ésta 'parida':
que las víctimas también estafan, y, al hacerlo, habría de preguntar: ¿conllevan en éste acto la misma inmoralidad y descomposición ética que la que tienen sus propios estafadores, o es 'distinta' por ser corolario y respuesta sobrevivencial a la opresión y embrutecimiento que las ha empujado a optar ésta metodología estafadora?
Esto es muy complicado.
Porque, ni que decir tiene, que, al extender y propagandizar el concepto y la ideología --y también el hecho, como en el caso de Maria-- de que "hay que tener cuidado con los pobres porque al menor descuido te van a engañar...", los únicos que se benefician con ello son los opresores y estafadores en el poder que son los que realmente crean, desde 'lo alto', ésta clase de 'pobres'.
Dialécticamnete, un conundrum a estudiar.
Indudablemente, las "Marías" no son nuevas. La picaresca de los estafados estafadores viene desde el mismo origen del comienzo de la explotación del hombre por el hombre, es obvio.
Pero el momentum histórico en el que vivimos es excepcional, y por muchas razones y cosas. Y de ahí que "las víctimas --dado el 'kilombo' existente-- también estafan", y entran, por derecho propio, en éste nuevo capítulo del libro del presente. Y, como escribió Gyorgy Lukács, "no es en modo alguno casual que las dos grandes obras maduras de Marx, dedicadas a exponer la totalidad de la sociedad capitalista y su carácter básico, empiecen con el análisis de la mercancía" . Es decir --decimos nosotros--, con el poderoso 'fetichismo' que las cosas --las mercancías producidas-- ejercen sobre nosotros.
La produción de mercancías --de cosas-- de la actualidad nadie la pudio imaginar, dada su exorbitante magnitd cuantitativa y cualitativa, las cuales crean en las gentes un ingente y policromo cuadro de incentivos, estimulos y atracciones a apoderarse de ellas, a obtenerlas...a cualquier costo, fetichismo visceral que es lo que arrastra y promueve las ventas del carnaval: una predisposición atávica --y libidinal, si se quiere-- al consumismo sin el cúal nada podría funcionar en el universo burgués...aúnque sea haciendo lo que hace María...
Porque qui, obviamente, no estamos hablando de la lucha por comer, por sobrevivir, por satisfacer las necesidades básicas del ser humano, algo inmemorial y que todos presenciamos, máxime en éstos tiempos de crasa opresión de los pueblos. Aqui lo que estamos dilucidando, aferrando las cosas por la raiz, es que entre las víctimas del debaclé de la feria capitalista ha surgido una nueva 'clase', como un "sui generis" 'Neo-homo consumens' que, una vez conseguido el primer escalón de la subsistencia, el de las genuinas necesidades, e hipnotizadas por el tremendo encandilamiento de lo que constantemente, "ad nauseam", se vende, se promociona y se inculca, está creando Marías, "Pepas, Antonios y Pedros", que, 'tiritando de frío', se aprovechan de los nobles sentimientos humanos dónde los estafados estafan.
Una global entropia mental-espiritual que ha derivado en un generalizado fetichismo que hipostasia las auténticas necesidades del ser humano por la "necesidad" que impulsa a Maria a ubicarse en un costado de la catedral de Barcelona a la espera de cualquier 'Miguel' que pase.
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