Siempre estas ahí,
pasan los vientos,
se disuelven las estelas,
desaparecen y nacen las estrellas,
y tú siempre estas ahí,
con alguna línea,
con algunas letras,
desde tu vida,
desde tus circunstancias enhiestas,
esas mismas dónde cada uno de nostros,
en ésta travesía de categrales góticas y cíenagas,
vamos manteniendo el timón
de una nave
que nos la empujan las mareas,
ajena a nuestros rumbos,
ajena al capitan que la lleva.
Montse de mis entretelas
('telas' ya de viejo pellejo,
'entre' de mustias candelas)
...¡cómo pasa el tiempo!,
¡cómo el Viento nos sopla las velas!,
agua entre las manos,
manantial que se seca,
veredas que no llegan
...desde aquel 'Bar Luis',
Baja de San Pedro
en lo barroco de callejuelas,
dónde lo vital alzaba
el templo de la amistad
sobre columnas nuevas
y la brisa de lo joven
(lo incipiente)
abría caminos y esferas...
hasta éste presente de oríllas de selvas
dónde seguimos sin entender
el por qué pasa todo cómo pasa
y no de otra manera cualquíera,
y el por qué se mueve la ruleta
sin que nosotros participemos en ella.
Apareces y desapareces
como el río Guadiana,
superficie y aguas subtarraneas.
Pero a todos nos pasa igual,
nos hundimos y afloramos,
sumergidos o flotando,
según morimos y nacemos (todos los días)
acarreando nuestras sucesiones de 'yoes'
que surgen y se desvanecen
(según el que nos haga falta)
como abanicos abiertos y cerrados.
"El tiempo encierra
a cada cual en su nicho antes de diñarla"
(dijo Max Aub en su 'Reverte de Huelva')
Y es que la muerte,
como el nacimiento,
es un proceso.
Nacemos -si es que nacemos-
mucho después de nacer,
pero morimos mucho antes de morir;
nos vamos metiendo en el
ataúd poco poco;
quizás por eso 'aparecemos y desaparecemos'
de acuerdo a los 'yoes' que tenemos que presentar.
Decía Umbral
que nuestra persona no es nuestra persona,
sino plurales personalidades
o "presentes sucesiones de difuntos";
el hombre es una sucesión de hombres,
yo soy una sucesion de yoes,
pero esta sucesión se agrava
y se vuelve alucinante por el hecho
de que todos los 'yoes' están presentes
en cada cosa que hace el 'yo' actual,
y, al mismo tiempo, paradójicamente,
si bien presentes,
están muertos porque han ido caducando
en la medida que dejaron
de ser necesarios para sobrevivir.
Y tal vez sea por eso que,
al igual que el río Guadiana,
aparecemos y desaparecemos
según saquemos un 'yo vivo' o un 'yo muerto',
"presentes sucesiones de difuntos"
que copulan en sus últimas noches
para procear luces y sombras
que la amistad dibuja
con alguna línea,
con algunas letras,
que de vez en cuando de ti recibimos...
las mismas que ahora
te apunto -y te envió- en este cuaderno.
Recuerdos a Alex,
Alberto, Ana.
Y para ti un abrazo de Laurelle y mío.
...Te iba a dar un abrazo para Luís,
pero ya no está...
bueno, existimos de muchas maneras,
existimos en cuerpo,
pero también en memorias,
en recuerdos...
Y recuerdo ahora al gran poeta León Felipe que murió
en el exilio y que supo darle palabras a lo que ahora siento:
"El barco va a partir...y está esperando el Viento.
Pero, ¿es la muerte el Viento?
¡Silencio!
¡No hay muerte!
Ya os he dicho que una mortaja es una vela...
y el viajero se va.
Luego viene otra vez...y se vuelve a marchar...
Todo es cómo un comercio marinero y contínuo
entre unas tierras bajas y sombrías
y otras más lejanas que están cerca del Sol.
Y caminamos con la mortaja...
con la vela izada...
por un espacio misterioso y redondo que es el Tiempo..."