"Paginas de insuperable gloria"...y "nadie pronuncia una palabra" sobre ello.
¡¡Que gran verdad!!
Pues ya es hora.
Ya es hora de saberlo, aunque sea en momentos dolorosos; tal vez la história de las odiseas y hazañas de los pueblos salten a la palestra cuando nos vemos en la necesidad de compensar el sufrimiento (y el anonimato) de dichos pueblos recordándoles las páginas mas dignas y gloriosas que han escrito sus hombres y mujeres.
Y ésta es una de esas páginas.
Se trata de Bouckman, que el 14 de Agosto de 1971 inciaba una de las mas insignes rebeliones de esclavos de todos los tiempos, y, que sin haber leído a Albert Camus, en el alba inarticulada de su insurrección, ya estaban inscritas en él las palabras con las que el pensador francés comenzó su famoso libro "El Rebelde":
"¿Que es un rebelde? Un hombre que dice 'no', pero su negación no implica renunciación. El es también un hombre que dice 'si' desde el mismo momento que hace el primer gesto de su rebelión. Un esclavo que ha acatado ordenes toda su vida, y que de pronto decide que no puede obedecer ninguna orden más. ¿Qué quiere decir con su 'no'?. Quiere decir que su esclavitud ha ido demasiado lejos, se ha hecho insoportable, y dice: 'hasta éste punto, sí; a partir de aquí, no' "
Eso fué lo que se dijo Bouckman aquel 14 de Agosto. Lo mismo que escribió Camus: "hasta éste punto, si; a partir de aqui, no".
Y así empezaron a hacer historia los esclavos de Haití.
"Se dice que Bouckman era jefe de cermonias "vaudoux" y que inició la rebelión de los esclavos con una de esas ceremonias que tuvo lugar en el bosque del Caiman, en la propiedad de su amo. Esto sucedio en la noche del 14 de agosto de 1791. El primer establecimiento atacado fue el de Le Normand de Mezy. Al amanecer estaban levantados los esclavos de toda la zona, los de Acul y la Petit-Anse, los de Dondon y la Marmelade, los de Plaine du Nord y la Grande Riviere. La rebelión era total; ardian los cañaverales y los cafetales, las lujosas casas de vivienda, los edificios de las fábricas de azúcar y de ron, las cuarterías de los esclavos. Los amos, sus mujeres y sus hijos eran muertos a golpes de machete y quemados en las hogueras de sus propias casas.
La rebelión, que había estallado al oeste de Cap-Francais, se extendió inmediatamente al sur y al este, a Trou, la Limonade, el Quar-tier Morin, de manera que una semana después del levantamiento de Bouckman, Cap-Francais estaba cercada por millares de esclavos enfurecidos, que destruían todo lo que hallaban a su paso.
Encerrado en la ciudad del Cabo, de Blanchelande (el procónsul francés) se dedicó a organizar fuerzas y el día 24 de agosto enviaba solicitudes urgentes y desesperadas a las autoridades españolas de Santo Domingo, a las inglesas de Jamaica y a las de los Estados Unidos "para que en nom-bre de la humanidad y de sus propios intereses envien socorros fraternales". La mención de la humanidad sobraba, pero la "de sus propios intereses" era oportuna. Los Estados Unidos se apresuraron a enviar armas y municiones y en el mes de diciembre George Washington escribía estas palabras:
"QUE LAMENTABLE ES VER TAL ESPIRITU DE REVUELTA ENTRE LOS NEGROS".
Y, efectivamente, era lamentable porque esos negros de Haití dejaban lo mejor de su vida en los ingenios para que los Estados Unidos fueran suplidos de azúcar y ron a cambio de la harina y el pescado seco de Norteamérica con lo que los amos blancos les daban de comer."
("Desde Cristobal Colón a Fidel Castro", Juan Bosch)
El 'Founding Father', Washington, estaba en lo cierto. Washington D.C., hoy, en el 2010, sigue viendo esos "espíritus de revuelta", de Justicia, de Razón, de la misma manera; tal vez porque hoy en día siguen recibiendo de sus "Haiti's" esa misma "azúcar y ron" trasformados ya en materias primas, mano de obra barata e intereses bancarios...a cambio de "la harina y el pescado seco" con el que siguen pagando a los pueblos colonizados. Debe ser ya una hermenéutica ancestral (y congénita) esa del Imperium de sentir de manera "lamentable" el hecho de que los pueblos decidan romper sus cadenas y decir, con Bouckman y Camus, "hasta este punto, sí; a partir de aquí, no"; sobre todo si se trata, como en el caso de Haití en aquellos tiempos, de "la más importante de las colonias azucareras del Caribe", como la llamó Adam Smith en su libro "La Riqueza de las Naciones"
Hoy en día el azúcar es menos dulce. El petróleo, los minerales, las divisas y el complejo militar-industrial son mucho más apetitosos y sabrosos que el azúcar caribeña.
A Haití le robaron su dulzor, y los records históricos que no mienten y que son muy explícitos y contundentes al respecto, señalan, de manera apocadíptica, quienes fueron sus verdugos y saqueadores.
Ahora, ese mismo mundo trata de ayudarlos en la inconmensurable tragedia en la que se encuentran. Pero también ahora, a la luz de tantas calamidades, sería un buen momento para Reflexionar, para saber medir el alcance de las acciones de pillaje que, tan fácilmente, pueden reducir a pueblos enteros a la miseria perpetua y a la ruína física y moral.
Por eso esperamos que ésta ayuda internacional, que ésta solidaridad con la desgracia actual de Haití, transcienda su cariz de caridad y pábulo samaritano para cobrar una conciencia pública que en éste Hemisferio se ha venido aplazando y omitiendo por tantísimo tiempo ante la infra-pobreza de un pueblo que ha permanecido por tantísimo tiempo relegado a un vergonzoso status sub-humano de desesperación colectiva.
Y esperamos que éste infierno de Dante en el que (ahora) está sumido el históricamente glorioso pueblo hatiano, sirva, no solamente para decantar coyunturalmente lo mejor que acarreamos (en nosotros mismos) en darle una mano circunstancial a la desolada población en general, sino que sirva también para coadyuvar en la dirección de construír algo más estructural y profundo para que así se pueda implementar, de una vez por todas, unos cimientos sociales sólidos sobre un auténtico andamiaje de independencia política y de un nuevo, real y Justo desarrollo económico en el que queden paradas totalmente las sucias geo-maniobras de los imperios y poderosos para seguir exprimíendo hasta el último jugo a éste super-explotado pueblo; para que así, en el caso de otro embate de la Naturaleza contra la isla, nunca más se vuelva a producir la enorme dimensión de daños que éste terremoto ha causado.
Si, ayudar a superar ésta hecatómbe haitiana, pero quizás lo mas transcendental, lo que tenemos el deber de aprender y responder, es que Haití, bajo ninguna excusa o subterfugio, puede volver a ser, después de este terremoto, el Haití de antes.
Tal vez sea ésto lo que el apocalípsis producido por la Madre Tierra nos haya querido transmitir y enseñar.