Sunday, September 6, 2009
ANTON~ITA, "CON~O COJO"
"Con~o cojo" era una mendiga que vivia en un barrio en Huelva alla por los nefriticos an~os ultimos de la decada de los cuarenta.
Se ganaba la vida recogiendo papeles, carton, cacharros y botellas. (Muchos se ganaban y perdian la vida de esta manera)
Llevaba una falda larga, hasta los pies, y reia, siempre reia. Nadie supo nunca el motivo. Habia en su cara una expresion torcida de contento mantenido. Parecia un naufrago, feliz, en una isla solitaria sin esperar salvamentos ni barcos que acudieran en su auxilio.
Vivia en unas casuchas, cerca de las marismas, arrebujada con una gigantesca familia. Quince en un cuarto. Cada cual durmiendo y despierto a los ruidos del orgasmo. Nadie sabia nada de ella. Ni quien eran sus padres ni sus hermanos. Era familia consaguinea de un solo cuarto.
Lo unico era verla con una gran canasta recoger todo lo que se ponia a mano. Caminaba todo el dia, descalza, sin cansancio, pidiendo, cantando, monologando. Siempre balbuceaba con ella misma, en tono bajo, muy bajo, no se entendia, pero ella, al oirse, reia. Que se contaria?
"!Con~o cojo, con~o cojo!"
Le gritaban los chiquillos.
Y ella, tranquila, daba sus saltitos.
Como si saltara a la comba de un mundo desconocido.
No se molestaba.
Nada le molestaba.
Era ella la que molestaba.
Su crisalida se habia fundido en hierbas diferentes que ella cocinaba
Anton~ita, su nombre, sin apellidos, "con~o cojo";
y no era porque el organo de marras estuviese desbalanceado o trastrabillado o algo por el estilo, no. Era porque en aquellos tiempos, el fornicar era herejia de pira (a mas de uno lo habian pelado 'al cero' por besar a su novia en la via publica). Y los parroquianos no podian dejar pasar ninguna impune oportunidad de desahogar los instintos que Torquemada, por aquella epoca, tenia tan secuestrados. Y quien mejor que una tonta que nunca seria testigo de cargo. Asi que, al verla, la llamaban. Los mas atrevidos y desesperados, le decian:
-"Anton~ita, 'cojo con~o'?"-
(Es decir: querian coger su con~o)
Y Anton~ita, dando un saltito periferico por bulerias taponadas, les respondia:
-"Con~o cojo?"-
Y reia.
Y reia.
Que ocultaba su risa?
Que deseos truncados cubrian?
Reia a carcajadas nefriticas, como la epoca, y a saltitos de la 'patita coja', como ella lo hacia, como canguro herido.
Nunca se sabia si decia 'si' o 'no'. Cuando la vida nos dobla los huesos y nos muele los tuetanos, ni afirmamos ni negamos, tan solo entramos en otro estado.
Un dia vimos que tenia barriga.
Anton~ita habia quedado embarazada.
Ya no lo podia disimular bajo su blusa deshilachada .
Ella se acariciaba su vientre y se curvaba sobre si misma.
Sabia lo que llevaba dentro?
-"Con~o cojo", que tienes en la barriga!?"-
La chiquilleria es cruel
-"Un pajarito!?"-
Y ella cogia un papel de su cesta y lo echaba a volar.
Y el saltito periferico
Y su jolgorio de jilguero triste.
Y despues se quedaba seria, muy seria.
(Que pensaria?)
Y nos miraba desde una orilla extran~a, muy extran~a, en arcana lejania.
Y aquella mirada se me quedaba atragantada,
no se me olvidaba,
porque sentia que salia de los tuneles negros donde ella estaba,
y, al mismo tiempo, me daba pena
porque eran esos momentos en los que parecia darse cuenta
de la mazmorra que la quebraba.
Los adultos le preguntaba:
-"Quien es el padre, Anton~ita?"-
Y otra vez ella volvia a sus tuneles negros.
(Que sentia?)
Y como nada expresaba la ayudaban con la chirigota
para llevarla a aguas mas calmas.
Y ella, notandolo, se echaba a reir levantando su canasta.
Era sen~al de que habia encontrado la respuesta que los vecinos esperaban. Despues le daban unas perras gordas
(una perra gorda = diez centimos de peseta)
que se las metia en una faldiquera escondida dentro de su larga falda.
Con dinero hablaba:
-"Es para que no me las roben la banda"-
La banda era la familia.
Jitanos ellos de la mas pura cepa que florece, libre, sin vallas.
Un dia desaparecio y nadie supo nunca mas de ella.
Los rumores decian que su familia la habia matado para ahorrarse la verguenza. Otros decian que la metieron en la carcel, y despues de violarla, la descoyuntaron a palos, desmembraron su cuerpo y lo echaron al basurero, donde, los perros, en dos dias, con ella acabaron.
La cuestion fue que "con~o cojo" se quedo en la memoria popular como sinonimo emocional de las tragedias y abandonos que se normalizaban en las calles porque las prioridaes eran otras donde el sobrevivir era lo fundamental, es entonces cuando, despues, se fabrica el mito donde el duro escalon de la existencia, de lo prohibido, lo morbido, el sexo, la locura, el crimen y el cuchillo de la miseria y la represion, montan escaparates de las vividas imagenes que se quedan para siempre impregnadas en el palimpsesto infantil. Tan fuertemente que despues de sesenta an~os se pueden revivir aquellas memorias contra las que la erosion del tiempo no pudo.
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