Marx y Engels establecieron el origen de la opresión de la mujer
con el surgimiento de la sociedad dividida en clases.
Sus análisis sobre la opresión de la mujer no era un asunto añadido
como pensamiento posterior a su análisis sobre una sociedad de clases,
sino una parte integral del mismo desde el comienzo.
Cuando Marx escribió el Manifiesto Comunista en 1848,
planteamientos sobre la liberación de la mujer eran ya
una parte central de la teoría revolucionaria socialista
En Nueva York, el 8 de marzo de 1908 ocurría un grave suceso en la historia del trabajo y de la lucha sindical. Cerca de 130 trabajadoras de la fábrica Cotton de Nueva York, la mayoría inmigrantes de entre 17 y 24 años, se declaraban en huelga y ocupaban la fábrica dónde estaban empleadas. Sus reivindicaciones eran simples y justas: conseguir una jornada laboral de 10 horas, salario igual que el de los hombres y una mejora de las condiciones higiénicas.
La respuesta del propietario de la empresa fue el cerrar las puertas de la fábrica dónde se habían encerrado las mujeres y provocar un incendio con la intención de que las empleadas desistieran de su actitud. Sin embargo, las llamas se extendieron y no pudieron ser controladas. La mujeres murieron abrasadas en el interior de la fábrica.
¿Habría cambiado algo si al frente de la propiedad
de la fábrica Cotton hubiése estado una mujer?
Nada en absoluto.
¿Les habría temblado el pulso
para prender el fuego en esa fábrica
a Margareth Thatcher, a Theresa May,
a Ana Patricia Botín, a Mª Dolores Cospedal
o a Nikki Haley, embajadora USA en la ONU?
Nada en absoluto
La única diferencia es que como representantes de la alta burguesía y para no mancharse las manos habrían contratado a mercenarios para hacerlo. Eso es todo.
Dos años más tarde, en 1910, en plena época del funcionamiento de la II Internacional, se convocó en Copenhague una reunión de mujeres socialistas, en la que la revolucionaria alemana, Clara Zetkin, propuso celebrar, el 8 de marzo en recuerdo de la muerte de esas trabajadoras de la fábrica Cotton en Nueva York, y denominarlo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
Desde aquella fecha ha llovido mucho y esas turbulentas aguas capitalistas han sabido llevarse por delante, por sus bien construídas alcantarillas, a todas aquellas mujeres socialistas, y en su lugar, el próximo día 8, apareceran en las calles otras clases de mujeres bajo otra diferente lluvia...
Esto es lo que esta escrito
en la pared del Vestíbulo a la entrada
de las oficinas de la CIA,
en Langley, Virginia:
"Y CONOCEREÍS LA VERDAD Y LA VERDAD OS HARÁ LIBRES"
Y esa "verdad que nos hará libres"
es la que desfilará
por las calles el próximo día 8 de Marzo:
el feminismo burgés que irá camuflado
y distorsionando lo que debería ser
el Día Internacional de la Mujer Trabajadora,
aquel de Clara Zetkin, aquel dónde
explotados y explotadas caminaban unidos:
¡Proletarios del Mundo, Unios!
No existe otro camino.
Todo lo demás entra en el 'Divide y Vencerás':
en la trampa que nos han tendido.