Friday, June 3, 2022
"DOSTOIEVSKI Y EL PARRICIDIO" (1928 [1927]) SIGMUND FREUD
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"DOSTOIEVSKI Y EL PARRICIDIO"
(1928 [1927]) SIGMUND FREUD
El ensayo consta de dos partes bien definidas. La primera trata del carácter de Dostoievski en general, su masoquismo, su sentimiento de culpa, sus ataques «epileptoides»
y su actitud dual en lo atinente al complejo de Edipo. La
segunda analiza en especial su pasión por el juego e incluye
el relato de una novela breve de Stefan Zweig que esclarece
la génesis de esa afición. Como se puede apreciar en la
carta posterior de Freud a Theodor Reik que publicamos
infra, págs. 192-4, esas dos partes del ensayo están más íntimamente vinculadas de lo que parece a primera vista.
Tal vez el ensayo muestre señales de un trabajo «circunstancial» hecho a pedido, pero contiene mucho de interés;
por ejemplo, las primeras consideraciones sobre los ataques
histéricos desde que escribiera su temprano trabajo acerca
de este tema veinte años atrás (1909í!), así como una reformulación de sus últimas concepciones sobre el complejo
de Edipo y el sentimiento de culpa, y un esclarecimiento colateral del problema de la masturbación que no ha de
hallarse en su anterior examen de este (1912/). Pero, por
sobre todas las cosas, tuvo aquí oportunidad de expresar
sus puntos de vista acerca de un escritor a quien él ubicó
en prímerísima línea. ( James Strachey. Página 174)
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NOTAS
-3- Cf. Rene Fülop-Miller (1924). [Véase, asimismo, el relato de
Aimée Dostoievski (1921), en la biografía que escribió de su padre.]
Particular interés despierta la comunicación de que,en la infancia
del novelista ocurrió «algo temible, inolvidable j''torturante», a lo
cual se remontarían los primeros indicios de su enfermedad (de un
artículo de Suvorin en el periódico Novoe Vremya, 1881, citado en la
introducción de Fülop-Miller y Eckstein, 1925, pág. xiv), Cf. también
Orest Miller (1921, pág. 140): «Acerca de la enfermedad de Fedor
Mijailóvich, por lo demás, existe un testimonio que se refiere a su
más temprana juventud y la conecta con un episodio trágico ocurrido en la vida familiar de sus padres. Si bien ese testimonio me
fue comunicado oralmente por un hombre muy próximo a Fedor
Mijailóvich, no puedo decidirme a reproducirlo con detalle y exactitud porque no he recibido otra confirmación de ese rumor». Ni
el biógrafo ni el investigador de las neurosis sentirán agradecimiento
por esta discreción.
-4- La mayoría de los documentos, entre ellos el informe del propio Dostoievski, afirman por el contrario que solo cobró su carácter definitivo, epiléptico, durante la deportación en
Siberia. Por desdicha, hay razones para desconfiar de las comunicaciones autobiográficas de los neuróticos. La experiencia enseña que
su recuerdo introduce falsificaciones destinadas a desgarrar una trama
causal desagradable. De todos modos, parece seguro que la permanencia
en el presidio siberiano produjo una alteración profunda en el estado
patológico de Dostoievski. Cf. Fülop-Miller (1924, pág. 1186).
-5- [Ya habían sido explicados por Freud en una carta a Fliess del
8 de febrero de 1897 (Freud, 1950a, Carta 58).]
-6- Véase mi obra Tótem y tabú (1912-13).
-7- [Véase Tólem y Tabúi (1912-13) [AE, 13, pág. 142].
-10- [Hamlet, acto II, escena 2.]
11 [La frase aparece en el libro XII, capítulo X, de la novela de
Dostoievski.]
12 [Se hallará una aplicación práctica de estas ideas a un caso
judicial real en «El dictamen de la Facultad en el proceso Halsmann»
(1931á), infra, págs. 249 y sigs., donde vuelve a someterse a examen
Los hermanos Karamazov.]
-11- [La frase aparece en el libro XII, capítulo X, de la novela de
Dostoievski.]
-12- [Se hallará una aplicación práctica de estas ideas a un caso
judicial real en «El dictamen de la Facultad en el proceso Halsmann»
(1931á), infra, págs. 249 y sigs., donde vuelve a someterse a examen
Los hermanos Karamazov.]
-13 «Lo principal es el juego mismo», escribe en una de sus cartas.
«Juro que no se trata de codicia, aunque por cierto el dinero es lo
que más falta me hace».
-14-«Siempre permanecía junto a la mesa de juego hasta perderlo
todo, hasta quedar totalmente arruinado. Sólo cuando el infortunio
quedaba consumado, se retiraba al fin el demonio de su alma y dejaba
sitio al genio creador». (Fülop-Müler y Eckstein, 1925, pág. Ixxxvi.)
-15- [En una carta a Fliess del 22 de diciembre de 1897, Freud
argüía que el onanismo es la «adicción primordial», de la cual son
sustitutos todas las posteriores adicciones (Freud, 1950Í?, Carta 79),
AE, 1, pág. 314.]
-16- La mayoría de las opiniones aquí expuestas están contenidas
también en un excelente libro de Jolan Neufeld (1923).
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Apéndice:
Carta de Freud
a Theodor Reik
(1930 [1929])
Pocos meses después de publicarse el ensayo sobre
Dostoievski, apareció en Imago (el segundo número de
1929, 15, págs. 232-42) una reseña de Theodor Reik.
Aunque en líneas generales la opinión de Reik era favorable, dedicó considerable espacio a rebatir el juicio de
Freud sobre los sentimientos morales de Dostoievski, estimándolo injustificadamente severo; también discrepaba Reik
con lo afirmado por Freud acerca de la eticidad en el tercer
párrafo del ensayo (supra, pág. 175), e, incidentalmente,
criticaba la forma de este último, cuyo final le parecía desconectado de lo anterior. Tras leer estas críticas -1- Freud le
envió una carta como respuesta; y cuando poco más tarde
Reik reimprimió la reseña en una recopilación de obras
suyas (1930), Freud consintió en que se le incorporara
dicha carta.
Tanto la reseña de Reik como la carta de Freud fueron
incluidas además en Reik, Wir Freud-Schüler {1936}, traducido luego al inglés con el título From Thirty Years with
Freud (1940) (*)
14 de abril de 1929
He leído con sumo placer su reseña crítica de mi
estudio sobre Dostoievski. Todas sus objeciones son dignas
de consideración y reconozco que algunas de ellas son acertadas. Sin embargo, puedo aducir ciertas cosas en mi propia
defensa, y usted convendrá en que no son sutilezas acerca
de quién tiene razón.
Pienso que usted aplicó una norma demasiado alta para
juzgar este ensayo trivial, que fue escrito como favor hacia
una persona (2) y de mala gana. En los últimos tiempos escribo como siempre de esta forma. Me doy cuenta de que usted lo ha
observado. Naturalmente, no estoy diciendo esto para justificar opiniones apresuradas o falsas, sino simplemente para explicar la descuidada arquitectura del conjunto. Es indiscutible que el análisis de Zweig intercalado produce un
efecto poco armonioso. Si miramos más profundamente,
podemos descubrir cuál fue la finalidad de este agregado.
De haber podido dejar de considerar el lugar donde iba a
aparecer el ensayo, seguramente habría escrito: «Podemos
diagnosticar que en la historia de una neurosis caracterizada
por tan severo sentimiento de culpa, la lucha contra el onanismo desempeña un papel especial. Confirma plenamente
este diagnóstico la patológica pasión de Dostoievski por el
juego. En efecto, como vemos en una novela breve de
Zweig...».
Esto significa que la atención dedicada a la
historia de Zweig no estaba dictada por la relación de este
con Dostoievski, sino por la del onanismo con la neurosis.
Sin embargo, esto se hacía un poco complejo.
Mantengo mi creencia en una norma social de ética científicamente objetiva y por eso no discuto el derecho del
excelente filisteo a que su conducta sea considerada buena
y moral, aunque le haya exigido muy escasa conquista de
sí -3- No obstante, al mismo tiempo estimo válido el concepto
subjetivo y psicológico de la ética que usted sostiene. Aunque estoy de acuerdo con sus opiniones sobre el mundo y
el hombre actuales, no puedo, como usted sabe, compartir
su rechazo pesimista de un futuro mejor.
Por cierto, he incluido al Dostoievski psicólogo en el
poeta. También podía haber dicho contra él que su intuición
estaba completamente limitada a las operaciones de la psique
anormal. Considere su asombrosa impotencia frente a los
fenómenos del amor; realmente, él sólo concibe, o el crudo
deseo pulsional, o la sumisión masoquista y el amor por
compasión. Usted también está totalmente en lo cierto al
suponer que a mí no me gusta Dostoievski, a pesar de toda
mi admiración por su fuerza y nobleza. Esto proviene del
hecho de que mi paciencia con los caracteres patológicos
se ha agotado en mi trabajo diario. En el arte y la vida yo
no los tolero. Este es un rasgo personal, que en nada compromete a los demás.
NOTAS
-1- [Cf. injra, pág. 194, n. 4.]
(*) {Traducción en castellano: 1943-. En Treinta años con Freud, Buenos Aires: Imán, págs. 173-4, trad, de S. Wencelblat,}
-2- [Sin duda Eitingon, quien insistió persistentemente a Freud para que terminara el ensayo (Jones, 1957, pág, 152).]
-3- [Reik había escrito: «La renuncia fue otrora el único criterio de la moralidad; hoy es uno entre muchos. Si fuera el único, el excelente ciudadano y filisteo de torpe sensibilidad que se somete a
las autoridades, y cuya falta de imaginación torna mucho más sencilla su renuncia, sería éticamente muy superior a Dostoievski».]
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Hasta aqui llegamos.
Son las dos y media de la madrugada.
Calla la noche lo que el silencio desbarata.
Parece ser que ese pájaro de la imagen de arriba que
trata de levantar la misteriosa sábana que envuelve y cubre el iceberg de nuestro inconsciente bajo el cúal el "Yo no es el dueño de su propia casa" no ha tenido mucho éxito porque seguimos sin ser los dueños de nada, sólo pistas para seguir tirando de la sábana.
No es fácil.
Los términos del psicoanálisis destrozan.
Hacen vaciar el vaso que nos llenan de mariposas mutiladas para darles alas y que libres se desplacen por nuestros arcanos y obstrusos cielos dónde todo son tabúes y ventanas cerradas.
Atreverse a pensar lo que no se piensa es toda la aventura compesatoria de la cultrura y el psicoanalisis, en este sentido, toma la delantera.
Freud no compartía la valoración del hombre occidental moderno; creía que nuestro pensamiento consciente era solo una pequeña parte de todo el proceso psíquico que se produce en nosotros y, de hecho, una parte insignificante en comparación con la tremenda fuerza de esas fuentes dentro de nosotros mismos, oscuras e irracionales y, al mismo tiempo, inconscientes.
El bajar al fondo de este abismo con la terminología psicoanalítica es enfrentarse a un discurso y unas concepciones ante las cuales, naturalmente, levantamos las correspondientes resistencias para poder seguir manteniendo el timón del curso consciente de nuestras acciones y pensamientos de cuyos mecanismos defensivos dependemos para sobrevivir en un mundo dado.
Ya Freud nos lo advierte, dandose cuenta de que será difícil que aceptemos las interpretaciones psicoanalíticas (y volvemos a citarlo):
"Lo lamento, pero no puedo evitar que estas puntualizaciones sobre las actitudes de odio y de amor hacia el padre, y sus mudanzas bajo el influjo de la amenaza de castración, parezcan de mal gusto e increíbles al lector desconocedor del psicoanálisis. Y aun estoy seguro de que justamente el complejo de castración será objeto de la desautorización más universal. No obstante, puedo aseverar que la experiencia psicoanalítica ha destacado esas constelaciones por encima de cualquier duda, y nos ordena discernir en ellas la clave de toda neurosis"
El camino es largo
Pero el Oráculo de Delfos nos sigue preguntando
lo mismo y, queramos o no,
lo tenemos que contestar:
NOSCE TE IPSUM
'Conócete a ti mismo'
Y Freud ayuda mucho.
Ya nos ayudó a conocer el genio ruso.
Ahora esperemos que también nos haya servido
a los que lo hemos leído.
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