Hace 85 años -en 1932-,
Herbert Marcuse,
que no tenía un pelo de tonto,
profetizó:
"La situación del capitalismo hoy en día
no es solamente una cuestión
de crisis económica y política,
sino UNA CATASTROFE DE LA ESENCIA HUMANA...
que condena, meramente,
cada reforma económica y política
a la futilidad e incondicionalmente
DEMANDA UNA TOTAL REVOLUCION"
Esta catástrofe de la esencia humana no puede ser mas palpable que en la bien descompuesta y desajustada realidad actual.
Este principio de la realidad, Ananké, lo llamaba don Freud, se puede ver, observar y ordeñar, entre otros muchos palcos y graderíos, en el colosal Laberínto-Espectáculo en el que ya está convertidad la Humanidad, sobre todo en las grande urbes dónde están hilvanados los grandes mercados y negocios que son los afluentes que forman el caudal del gran río del çapital. Porque ya no se consume: se canibaliza.
Nos estamos comiendo los unos a los otros.
Tenemos que tener un muy bien sabor.
Quizás crimen, atropofagia y libido,
no sean mas que una santísima trinidad
donde los tres son dioses bajo un sólo dios:
el capitalismo y su dinero redentor.
Ante ésta situación: Ariadna ha huído.
Si.
¿La habéis visto pasar?.
Va de corrida.
La pobre ya no podía aguantar mas viendo que no atinábamos con la salida y solo nos damos tortazos y batacazos tratando de escapar mientras los directores del L-E, riéndose a carcajadas, una vez saquedas las arcas públicas...¡están libres circulando a lo ancho y largo por las calles de la gran ciudad...!
Nos hemos quedado encepados en el túnel que nos dijeron que nos llevaría al progreso, a la prosperidad.
Nos engañaron una vez mas.
Somos ingenuos empedernidos,
niños adeptos a los cuentos de papá y mamá...
tal vez porque queremos ser como ellos
y, cuándo nos llegue nuestro turno
--si es que llegará--,
contarle nosotros también esos mismos cuentos
a los demás.
Tal vez vivamos deslumbrados por nuestros opresores a los que tratamos de imitar.
Esos mismos que nos han robado el tiempo,
el ocio,
nuestra mente,
nuestro espíritu,
nuestra dignidad:
el ser, nuestro ser,
nuestra ancestral ontología humana,
y nos han dicho:
súbase en ésta máquina,
maneje éste cacharro,
enciérrese en ésta jaula,
compre y con-suma,
con-reste:
consumase, conrestese;
y en cuanto a su soledad:
comuníquese inalámbricamente
con sus semejantes sin salir de su casa
que desde aquí podrá comprar,
soñar,
viajar,
casarse,
amar,
y participar en un mundo virtual
que se le antojará real;
y a su casa le mandaremos
las noticias de lo que ocurre en el mundo,
el cual, con su voto y opinión,
podrá cambiar...
Para todo ello sólo tendrá
que apretar un botón,
y no se preocupe por lo demás
que nosotros haremos el resto
y nos ocuparemos de todo
para que usted no tenga que Pensar.
No piense.
Acepte
No se queje.
Que siempre pasó igual
Que la teoría de los vasos comunicantes
sólo depende de qué clase de fuerza de gravedad
enfrente el agua que se quiera nivelar.
"Esta crisis no es sólo la crisis del sistema capitalista: es el fin de toda esa concepción de la vida y del hombre, que surgió en Occidente con el Renacimiento. De tal modo que es imposible entender este derrumbe si no se examina la esencia de esa civilización renacentista. Tal como Berdiaeff advirtió, el Renacimiento se produjo mediante
tres paradojas: 1a- Fue un movimiento individualista que terminó en la masificación. 2a- Fue un movimiento naturalista que terminó en la máquina. 3a- Fue un movimiento humanista que terminó en la deshumanización. Que no son sino aspectos de una sola y gigantesca paradoja: la deshumanización de la humanidad."
Ernesto Sábato
Es el "Titol Esgotat" de la civilización occidental y la oriental, pero cuyo ticket, claro está, para unos nunca se acaba y para otros con tan solo medio viaje se tienen del tren que bajar.
Un mundo de amos y esclavos dónde el resto se podrá eliminar y donde se le seguirá llamando democracia representativa...representativa de un "Titol Esgotat" que esgotará a centanas de millones como excrementos inservibles a cagar para que otros con ello puedan engordar.
Hemos regresado de la Caixa de Barcelona
(aúnque nos gusto mucho,
como siempre,
Santa María del Mar)
Y la hemos conocido, no estando en ella,
sino al regresar a nuestro nido,
lejos del mundanal ruído.
Y, de pronto, hemos sentido, en la elocuencia del perínclito silencio del campo y las estrellas, la masiva biopatia del atronador zumbido de su gran urbe que no pudimos detectar cuando estábamos en ella.
Porque nada se conoce desde dentro.
Porque nada se conoce sin comparar