ya con el tiempo germinado.
"El Tiempo pierde su poder
cuándo el recuerdo redime
al pasado"
(Herbert Marcus
'Eros y Civilización'.
Página 283)
¿Será verdad?
A Juan.
Sobre 1972
Huelva.
Huelva.
Hace medio siglo.
Torrentes de acontecimientos nos han fundido
en moldes que todos llevamos ungidos.
En un piso que se había comprado Rafael.
La foto la tomó Luis.
Juan me recordó que lo traje -una pequeña cantidad-
en una de las barras huecas que soportaban el macuto. (Eran otros tiempos menos policíacos cuándo se podía cruzar países dónde aún Washington no había llegado). Me dijo que yo se le conté.
En un piso que se había comprado Rafael.
La foto la tomó Luis.
En ella, de dere. a izq., Juan, Rafael y yo.
La lengua.
Algo que no se ve hasta que se saca.
Fumamos hachís con tabaco en una pipa.
Las risas, esos ojos que observan como se hace
la "película" en lugar de actuar en ella.
El hachís lo compramos en Kathmandu, Nepal,
en el viaje que hicimos a India, Erika, Blanca,
Eduardo y yo.
en el viaje que hicimos a India, Erika, Blanca,
Eduardo y yo.
(En la India la Vida-y-la-Muerte
se combinan de tal manera
que para el homo occidentalis
resulta inasimilable y perturbable)
en una de las barras huecas que soportaban el macuto. (Eran otros tiempos menos policíacos cuándo se podía cruzar países dónde aún Washington no había llegado). Me dijo que yo se le conté.
Ya se me había olvidado.
Ya todo había quedado difuminado en el fantasma
de lo que ya-no-es, cuándo, de pronto, aparece
un testigo del pasado: una fotografía, y el recuerdo,
la remembranza, que es como una esperanza boca-abajo porque se vislumbra que lo anterior es mejor que el presente al que vamos amarrados lo que, según Marcuse, redime al pasado porque quizás lo absorve para digerirlo y purificarlo.
Pero, ¿de qué lo ha de redimir?,
¿del olvido?,
¿de la ausencia?,
¿de su inexistencia?,
¿o del palimpsesto dónde todo
quedó enterrado?
La cuestión fue que, por lo menos, esa fotografía
nos trajo todo ésto que escribimos y sentimos,
y, eso si, ahora lo percibimos como si el Tiempo
perdiera parte de su poder porque se hace
como un portal misterioso por dónde podemos
pasar a visitarlo, por dónde podemos llegar
a encontrarnos con nosotros mismos...
¿Con nosotros mismos o con ese otro
que ya no somos, que ya no cabalga
a nuestro lado, y visto asi hasta
nos parece extraño, ajeno, lejano?.
Decía Francisco Umbral:
"El hombre es una sucesión de hombres; yo soy una sucesión de 'yoes', pero ésta sucesión se agrava y se vuelve alucinante por el hecho de que todos los 'yoes' están presentes en cada cosa que hace el 'yo' (vivimos sobre el fondo de lo que hemos vivido y nada más), y el agravamiento final del proceso es que tantos 'yoes', si bien presentes, están muertos. Somos presentes sucesiones de difuntos. Lo que portamos con nosotros no es una alegre excursión de personalidades sucesivas y simultáneas: lo que portamos por la vida es un carro de muertos, de los 'yoes' que se nos han ido muríendo y que nadie entierra, sino que van tirándo de nosotros o nosotros tirándo de ellos. Unas veces mandan los vivos, y otras veces los muertos."
¿Será verdad que unas veces
-en nosotros mismos- mandan
los vivos y otras veces los muertos?
Pues podría ser...
Porque nos parece que ahora
nos estan mandando Rafael y Luis,
que ya estan en la otra orilla,
y, desde allí, nos estan mandando
que escribamos éstas líneas.
Pues para vosotros van.
Estéis dónde estéis.