Sunday, May 8, 2022

TECHO Y COMIDA DE JUAN MANUEL DEL CASTILLO

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Hemos visto la película 

de Juan Miguel del Castillo,

Techo y Comida.

Bueno, en realidad, 

no es una película

Es un documental...

Tampoco, es una REALIDAD.

Una realidad sin escaparate,

sin windowshow,

sin maquillaje,

sin cosméticos,

sin cremas,

sin arreglos,

sin potingues

directa,

un directo jab al espectador, 

no al régimen.

Y, lo paradojico, el personaje,

la madre soltera con un hijo,

se averguenza de ello:

teme que el régimen le quite a su hijo

porque no lo puede mantener.

Juan Manuel, el director,

optó por la verguenza

en lugar de por la denuncia,

la rebelión, 

la acusación,

la condena,

y dejo suelto a los culpables

bajo fianza,

una fianza que pagaron 

holgadamente y se quedaron libres.

¿Una fianza de no-molestarlos

para que su película pudiese circular?

Dejó al solipsismo del espectador

(sin compro-meterse)

que hiciera de juez,

que interpretara,

que evaluara.

Está bien.

Lo pasamos.

El hombre nos dió 

el documental hecho arte

El arte hecho documental.

Mientras, los canallas

huían a lo abstracto,

a lo invisible,

sin que se pudiesen detectar.

Techo y Comida se salva.

Pero es una narracion apofántica,

declarativa, 

expositiva,

dónde los cualpables 

se escapan.

No toca a los canallas 

que roban los techos 

y las comidas.

Todo queda a juicio 

y solipsismo del espectador.

Como si los apartarse

de la escana del crimen.

A nosotros, la verdad,

nos costó hacerlo...

era demasiada fuerte

e involucradora

la REALIAD que viviamos.

Quizás Juan Manuel del Castillo,

como el topógrafo en la novela 

El Castillo de Kafka,

no quiso llegar al Castillo,

a esa fortaleza inexpugnable

dónde siempre se refugian

los ladrones de Techos y Comidas,

para no correr los riesgos y cuidados

que demandan la industria cinematográfica...