Thursday, January 21, 2021

HOY SE CUMPLEN 228 AÑOS DEL AJUSTICIAMENTO EN LA GUILLOTINA DEL REY BORBON FRANCES LUIS XVI...Y EN ESPAÑA AUN SEGUIMOS CON ELLOS

Luis XVI, rey de Francia y de Navarra entre 1774
y 1789 (*). Coprincipe de Andorra entre 1774
y 1793, y rey de los franceses entre 1789 y 1793



"No se puede reinar inocentemente:
la locura es demasiado evidente. 
Todo rey es un usurpador"

Louis de Saint-Just

La ejecución de Luis XVI, tuvo lugar el lunes 21 de enero de 1793, fue uno de los acontecimientos más importantes de la Revolución francesa. Dicha ejecución fue realizada en la plaza de la Revolución (actual plaza de la Concordia), anteriormente conocida como plaza de Luis XV. La Convención Nacional había sentenciado a muerte al rey el 17 de enero en una votación realizada a viva voz por sugerencia de Marat, y en la que la pena de muerte se impuso por 387 votos contra 334 votos por la prisión perpetua o destierro.

Luis XVI se despertó a las 5:00 horas y se vistió con la ayuda de su valet Jean-Baptiste Cléry. Posteriormente se reunió con el cura irlandés no juramentado Henry Essex Edgeworth de Firmont para confesarse. 

El rey oyó su última misa, celebrada mediante una dirección especial de las autoridades y oficiada por Cléry, y recibió la comunión. Siguiendo el consejo de Edgeworth, Luis XVI evitó un último encuentro con su familia. A las 7:00 horas confesó sus últimas voluntades a Edgeworth: su anillo con el sello real sería destinado al delfín y su anillo de bodas a la reina. Tras recibir la bendición del cura, Luis XVI se reunió con Antoine Joseph Santerre, comandante de la guardia. 

A su salida de la prisión del Temple, donde la familia real llevaba recluida desde el mes de agosto de 1792, el rey se sentó en un carruaje de color verde estacionado en uno de los patios del edificio. Edgeworth se sentó a su lado, mientras dos militares ocuparon los asientos opuestos. El carruaje abandonó la prisión alrededor de las 9:00 horas.

Durante más de una hora, el carruaje, precedido por el sonido de unos tambores destinados a silenciar cualquier muestra de apoyo al rey y escoltado por una tropa de caballería con sables dibujados, realizó el trayecto hasta la plaza de la Revolución siguiendo una ruta compuesta por alrededor de 80.000 personas entre hombres armados, soldados de la Guardia Nacional y sans-culottes.

En el vecindario de la actual rue de Cléry, el barón de Batz, aristócrata partidario de la monarquía que había financiado la fuga de Varennes, había reunido a un grupo de 300 realistas con el fin de ayudar al rey a escapar. Según el plan, Luis XVI sería escondido en una casa en la rue de Cléry perteneciente al conde de Marsan. El barón se adelantó y dijo: "¡seguidme, amigos míos, salvemos al rey!", peros sus cómplices habían sido denunciados y sólo unos pocos habían sido capaces de presentarse. Tres de ellos fueron asesinados, si bien de Batz logró escapar. A las 10:00 horas, el carruaje llegó a la plaza y se adentró en la zona en donde había sido erigido el cadalso, el cual se hallaba rodeado por una multitud armada con picos y ballestas

Tras negarse inicialmente a que sus manos fuesen atadas, Luis XVI cedió ante la propuesta del verdugo de emplear su pañuelo en lugar de una cuerda. 

Después de que su cabello fuese cortado y el cuello de su camisa retirado, el rey fue subido al cadalso. Una vez allí, Luis XVI intentó pronunciar un discurso ante la multitud, el cual no pudo ser escuchado con claridad debido al sonido de los tambores. El monarca fue entonces tumbado sobre la plancha de madera de la guillotina, siéndole colocado un cepo con forma de media luna sobre el cuello para mantener fija la cabeza, tras lo cual fue inmediatamente ejecutado. Según algunos informes, la cuchilla no cercenó el cuello, sino que cortó a través de la parte posterior del cráneo y la mandíbula.

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POST DATA

La línea de sucesión borbónica sigue la línea masculina de primogenitura anteponiendo al varón ante las mujeres, dando así al varón el privilegio de obtener el primer puesto en la línea de sucesión a la corona con el título de Delfín. En la actualidad dos ramas de la Casa de Borbón, Borbón (legitimistas) y Borbón-Orleans (orleanistas), se disputan el derecho al trono de Francia. El jefe de la casa de Borbón legitimista es Luís Alfonso de Borbón y Martínez-Bordiú, que utiliza los títulos de cortesía de duque de Anjou, duque de Touraine y duque de Borbón. Es bisnieto del rey Alfonso XIII y de Franco e hijo de Carmen Martínez-Bordiú, la nietísima de Franco, que se casó con tratamiento de boda de Estado con Alfonso de Borbón Dampierre, heredero del inexistente trono de Francia

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En el siglo XVI, los Borbones accedieron al trono de Navarra. En 1589, Enrique III de Navarra, fue coronado rey de Francia como Enrique IV. La dinastía continuó con los reinados de Luis XIII, Luis XIV, Luis XV y Luis XVI, quien fue depuesto y ejecutado.

Los Borbones llegaron al trono español en 1700 cuando Felipe de Anjou sucedió al último rey de la dinastía de los Austrias, Carlos II, quien había muerto sin herederos. Felipe de Anjou era nieto del rey francés Luis XIV y de su esposa María Teresa de Austria, hermana del rey español Felipe IV. Felipe de Anjou fue coronado con el nombre de Felipe V y su reinado quedó legitimado con la firma del tratado de Tratado de Utrecht en 1713. Este tratado, en el que Felipe V renunciaba a sus derechos sucesorios al trono francés para conservar el español, dio fin a la Guerra de Sucesión española.

La familia de Felipe V, 1743. Museo del Prado, Madrid

La familia de Felipe VI, 2016. Museo Familiar. Madrid.
Como vemos, los miembros de la familia borbónica se van reduciéndo en comparación con 1743. Esperemos que esta reducción continue en el mismo sentido de la Segunda Ley de la Termodinámica:
La Entropía

LOS MUERTOS POR LAS VACUNAS ESTAN SIENDO INVISIBILIZADOS


LOS MUERTOS POR LAS VACUNAS
ESTAN SIENDO INVISIBILIZADOS

Lo que no aparece en los medios no existe. No sólo no está habiendo muertos sino que tampoco hay efectos adversos, ni graves ni leves. Nada de nada. Todo va bien. El canon se confirma: las vacunas contra el coronavirus están salvando vidas, lo mismo que las demás. Las vacunas han erradicado muchas enfermedades en el pasado y lo mismo harán con ésta.

Para saber algo del asunto hay que acudir, lo mismo que en el franquismo, a fuentes extranjeras, y entonces nos encontramos con que, en efecto, hay personas que están muriendo inmediatamente después de ser vacunadas. Algo es algo.

Ahora bien, su muerte no tiene relación con las vacunas, nos dicen las fuentes oficiales (que son casi todas), lo cual nos alivia enormemente. Esa falta de relación sólo aparece cuando se trata de muertes. Si hablamos de efectos secundarios no letales, entonces el discurso cambia: los efectos secundarios sí están causados por las vacunas.

No obstante, a veces las explicaciones oficiales sobre las vacunas y las muertes no se sostienen y entonces el argumento retrocede a la siguiente trinchera: el número de casos es insignificante con respecto al total de vacunados. Es preferible el remedio a la enfermedad. Luego las vacunas salvan vidas, “quod erat demonstrandum”.

Con la muerte de 33 ancianos en Noruega, los responsables de salud dicen que el porcentaje está por debajo del uno por mil. Es muy poquito. Casi nada. Pero eso es algo que se lo deben decir a los familiares de los fallecidos y, si es posible, a la cara.

No podemos olvidar que la disparatada pretensión de la mayor parte de los gobiernos del mundo es vacunar a millones de personas, por lo que esos “pequeños porcentajes” van a multiplicar el número de cadáveres. Si en España vacunan a 20 millones de personas, tendremos 20.000 muertos y el sistema de “salud” seguirá mirando para otro lado. Como si la cosa no fuera con ellos.

Si la vacuna es un instrumento de prevención de la salud, como reza el canon, hasta el más reacio puede comprender que esos 20.000 fallecidos son personas sanas.

La vacuna contra el coronavirus es voluntaria. Para poder inocular a una persona, debe prestar su consentimiento expreso y el médico le debe informar cabalmente acerca -entre otras cosas- de los riesgos, lo cual no se está haciendo en absoluto por muchas razones, entre otras porque la única preocupación es hacerlo rápido, e incluso que lo haga quien sea, aunque no sea médico.

Es una chapuza aunque, bien visto, no cambiaría mucho si el informador es un médico, porque la mayor parte de ellos se atienen al canon. Ninguno de ellos admitirá en presencia del candidato que el riesgo es mínimo y que él puede estar dentro del uno por mil que va a caer en el hoyo. Los médicos están haciendo lo mismo que los medios de comunicación: callar. El plan de vacunación masivo y acelerado sería impensable sin ese silencio.

Por su propia naturaleza, un problema de salud pública adquiere inmediatamente una dimensión política y social. Cuando se están produciendo miles de muertes, la primera obligación es la determinar su causa, investigar y poner remedio. Sin embargo, la directora de salud pública de Noruega, Camilla Stoltenberg, ha confesado públicamente en rueda de prensa que no han analizado las causas del fallecimiento de 33 ancianos después de recibir la vacuna porque todos los días mueren 45 ancianos en los asilos del país escandinavo y porque eran personas muy enfermas, terminales. Se hubieran muerto de todas maneras, tarde o temprano.

La intervención de la responsable noruega no pudo ser más vergonzosa, a la altura del cúmulo de declaraciones oficiales de todo tipo que llevamos escuchando desde que apareció la pandemia hace un año. No hay relación de causa a efecto, dice Stoltemberg, aunque quizá sí: los efectos secundarios “pudieron haber coadyuvado en un desenlace fatal en algunos enfermos frágiles”.

La respuesta oficial es, pues, un “no” pero “sí”. Es posible. Puede ser, y en consecuencia Noruega ha cambiado el protocolo médico y ahora exige realizar una evaluación médica previa antes de la inoculación. Si los muertos no han tenido relación con la vacuna, ¿por qué cambian ahora los procedimientos médicos?

Si los efectos adversos más inmediatos, a corto plazo, de las vacunas no se admiten de ninguna manera, ¿qué ocurrirá con los efectos a largo plazo? Es algo que no interesa a nadie y mucho menos interesará cuanto más tiempo transcurra. La atención estará centrada entonces en otros asuntos. Nadie se acordará de los muertos y nadie preguntará nada.

 Juan Manuel Olarieta Alberdi

Juan Manuel Olarieta Alberdi es abogado y economista, Premio de la Revista del Colegio de Abogados de Madrid, autor de innumerables articulos juridicos y del libro "Antejuicio e impunidad judicial: El caso de las sentencias bondadosas"

https://canarias-semanal.org/art/29558/juan-manuel-olarieta-los-muertos-por-la-vacunas-estan-siendo-invisibilizados