Ni que decir tiene que el Pentágono,
esa figura geométrica omnímoda
de muchísimos lados,
no se iba a quedar afuera de ésta Operación
tan ajustada a sus fines y rosarios,
y es por ello que su Project for the New
American Century,
su hijo predilecto y mimado,
es su Ordo Seclorum más estimado.
“No se puede confiar en que ni un hombre, ni una
multitud, ni una nación, actúen humanamente o piensen con sensatez bajo la influencia de un gran miedo”.
Bertrand Russell
Si.
Bertrand Russell lleva razón.
Pero, ¿estan bajo la influencia de ese gran miedo
los que, para lograr sus diabólicos propósitos,
se dedican a esparcir e incrustar
el Miedo en los otros?
No.
Los Creadores del Miedo son inmunes a él,
de lo contrario no lo podrían crear.
El Miedo es hijo legítimo de la Confusión
Asi que, primero, nos confunden;
primero nos inundan con muchas salidas,
con muchas entradas
con muchas respuestas,
con muchas alternativas
--a ésto lo llaman libertad--,
y, cuándo confundidos,
no sabemos encontrar el camino,
aparece puntualmente el Miedo ungido;
(o, en su lugar,
el que me quedo con mi opinión,
la logística del valedor)
(o, en su lugar,
el que me quedo con mi opinión,
la logística del valedor)
¿Quíenes piensan con sensatez
--sensatez táctica, estratégica y ganadora--
bajo la influencia del gran miedo
que le han metido a los otros?:
LOS CREADORES DEL MIEDO
Si.
Bertrand Russell lleva razón.
Pero cuidado con los
Creadores y manipladores del Miedo
que sus éxitos y logros
les prueba su práctica y operativa sensatez,
y debido a ello su Novus Ordo Seclorum
acoquina ahora doquier.
Y es ahora aqui dónde, dandole un vuelco
de boomerang a la frase del Lord inglés,
vemos que los representante políticos
de las víctimas de ese NOS,
al tener que actuar y decidir todos ellos
bajo la influencia de un gran miedo
--ellos tan sólo son los lacayos
de los creadores del Miedo--,
no se puede confiar en ellos.
Y las evidencias estan a la vista.
....................
Y las evidencias estan a la vista.
....................
El Miedo, que en principio es impuesto por dictum, a maza y martillo, siempre se acaba aceptando voluntariamente por la sencilla razón sobrevivencial de hacer su intensidad más soportable.
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Post Data:
El Miedo de pensar.
Bertrand Russell
El ser humano teme al pensamiento más de lo que teme a cualquier otra cosa del mundo; más que la ruina, incluso más que la muerte.
El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado.
Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo.
Es el miedo el que detiene al ser humano, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto.
¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros, los ricos? ¿Van a pensar libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces, ¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar?
¡Fuera el pensamiento!
¡Volvamos a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro!
Es mejor que los seres humanos sean estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres. Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa.
Así arguyen los enemigos del pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en las iglesias, escuelas y universidades..
Bertrand Russell: «Principios de Reconstrucción Social». Londres (1916)
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Post Data:
El Miedo de pensar.
Bertrand Russell
El ser humano teme al pensamiento más de lo que teme a cualquier otra cosa del mundo; más que la ruina, incluso más que la muerte.
El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado.
Pero si el pensamiento ha de ser posesión de muchos, no el privilegio de unos cuantos, tenemos que habérnoslas con el miedo.
Es el miedo el que detiene al ser humano, miedo de que sus creencias entrañables no vayan a resultar ilusiones, miedo de que las instituciones con las que vive no vayan a resultar dañinas, miedo de que ellos mismos no vayan a resultar menos dignos de respeto de lo que habían supuesto.
¿Va a pensar libremente el trabajador sobre la propiedad? Entonces, ¿qué será de nosotros, los ricos? ¿Van a pensar libremente los muchachos y las muchachas jóvenes sobre el sexo? Entonces, ¿qué será de la moralidad? ¿Van a pensar libremente los soldados sobre la guerra? Entonces, ¿qué será de la disciplina militar?
¡Fuera el pensamiento!
¡Volvamos a los fantasmas del prejuicio, no vayan a estar la propiedad, la moral y la guerra en peligro!
Es mejor que los seres humanos sean estúpidos, amorfos y tiránicos, antes de que sus pensamientos sean libres. Puesto que si sus pensamientos fueran libres, seguramente no pensarían como nosotros. Y este desastre debe evitarse a toda costa.
Así arguyen los enemigos del pensamiento en las profundidades inconscientes de sus almas. Y así actúan en las iglesias, escuelas y universidades..
Bertrand Russell: «Principios de Reconstrucción Social». Londres (1916)