LOS PODERES FÁCTICOS... ¿TEMBLOROSOS Y ESTREMECIDOS?
     ...Pero esta turbadora "alarma social" no sólo  está  siendo suscitada desde los atrios de las instituciones eclesiásticas, sino también desde la prensa económica, a través de las manifestaciones de los representantes de la gran Banca, de la Bolsa o de significados personeros del  IBEX 35. Se argumenta desde esos medios que el incremento de las pensiones, la supuesta derogación de las reformas laborales del Partido Popular, el incremento del gasto público, la subida de las tributaciones a las grandes Corporaciones financieras e industriales,  o  los impuestos a las plataformas tipo Amazon, etc.,  podrían provocar no sólo una gran "catástrofe económica", con la consecuente multiplicación del número de parados, sino también la iracundia del mismísimo Donald Trump, que en un arrebato arancelario contra la Coalición podría arrastrarnos a la ruina.
     La verdad es que tanto la ultraderecha política -en la que está comprendida el Partido Popular-, como los poderes económicos y la jerarquía de la Iglesia Católica , son  perfectamente conscientes de que  las "amenazas" que  están describiendo son deliberadamente inciertas.
(Esta misma Iglesia Católica comandada ahora 
por el llamado Papa Francisco:
   En primer lugar, porque como ha quedado patente, ni en las direcciones del PSOE, ni de Podemos existe la más mínima voluntad política de emprender siquiera  las melifluas "reformas" que se les están atribuyendo. 
   Los "cambios" que podremos contemplar en el curso de los próximos meses, en el mejor de los casos, serán meramente formales. Las "reformas laborales" implantadas por el Partido Popular y el propio PSOE podrán cambiar de nombre, de redacción o de articulado, pero su contenido continuará siendo esencialmente tan lesivo para los asalariados como antes lo fueron las de Rodríguez Zapatero y las del Partido Popular. 
     Otro tanto sucederá con la llamada "Ley Mordaza", cuyo contenido será sustituido por otro en el que, también esencialmente, se dará continuidad a las desmedidas atribuciones en manos de las fuerzas de seguridad del Estado.
   Ni en sueños se le ocurrirá a la llamada "Coalición progresista" retirar las subvenciones estatales, o "conciertos", a los colegios propiedad de la Iglesia, columnas vertebrales de su permanencia ideológica en el seno de la sociedad española. 
   El poder y los intereses de la gran Banca continuarán tan intangibles como lo han estado hasta ahora.  El nuevo "ejecutivo progresista"  ni siquiera dispondrá de arrestos para  crear  una Banca pública, que alivie con hipotecas que puedan cubrir las necesidades  de vivienda de millones de españoles.
    En cambio, la precariedad laboral continuará afectando de manera salvaje y masiva a los asalariados de este país, aunque puedan implementarse tímidos cambios en alguno de sus aspectos más visiblemente lacerantes .
     En definitiva, a lo que aspirará la nueva coalición PSOE-Podemos será  a "cambiar los muebles de lugar",  colocarlos en una nueva geometría, proporcionarle un nuevo "look" a su gobierno,  pretendiendo aparentar que nos encontramos ante una situación distinta y diferenciada con la heredada del PP y del propio PSOE de Rodríguez Zapatero.  
    ¿Qué es lo que nos permite ser tan contundentes en estos pesimistas augurios? La verdad  es  que la formulación de estos  pronósticos  están basados, principalmente, en el sentido común y, también, en la mera observación  de la  trayectoria política recorrida por aquellos que se se estan presentando hoy como los protagonistas de un nuevo  "cambio" político en España.
     Pero existen, además, otras consideraciones más estrictamente políticas e ideológicas que corroboran nuestros asertos. Ningún gobierno, por mucho apoyo electoral que haya recibido en las urnas, estará  en condiciones de  abordar cambios reales en la sociedad, sino cuenta previamente con el apoyo organizado de una parte de esta. La razón es simple. El poder real - es decir, eso que conocemos como los "poderes fácticos"- está fuertemente asentado en una serie de pilares históricos, que se han ido construyendo a lo largo de decenios.  Ese poder dispone de los apoyos de  potentes medios de comunicación que, en espacio de horas, son capaces de convertir ante la opinión pública a los angeles en demonios, y viceversa. Y, además, en el Estado español lo pueden hacer sin contar con réplica informativa alguna
    Dispone, igualmente,  de un Ejército bien pertrechado , así como  de un aparato judicial y policial extremadamente conservador, dispuesto a operar en perfecta sintonía con la ideología dominante en la que han sido adiestrados.
   Por otra parte, tiene también a su disposición una máquina del Estado, integrada por un ejército de entrenados burócratas que cuentan con  una larga experiencia administrativa, que se ha ido transmitiendo a través  el propio Aparato del Estado a lo largo de los dos últimos siglos. La capacidad de neutralización de ese entrenado rebaño de burócratas, como ha quedado demostrado en diferentes secuencias históricas, es inmensa, y estará siempre dispuesta a bloquear de mil maneras, la gestión de cualquier gobierno que pretenda modificar las bases del sistema que los nutre.
    La historia ha demostrado, de manera  aburridamente reiterada, que  para que  los "cambios reales"  se puedan producir en una sociedad concreta es siempre precisa  la existencia de un "contrapoder social" organizado  que esté en condiciones de romper la resistencia a los cambios que oponen  aquellas clases sociales hegemónicas que no se resignan a perder sus privilegios. En las circunstancias históricas actuales ese "contrapoder" no sólo no existe en el Estado español, sino que la propia sociedad española  jamás estuvo tan desarticulada como lo está hoy. La rearticulación de ese "poder social" desde abajo es imprescindible para abrir una perspectiva de cambio social, político o económico en este país.
     Finalmente, hay otro argumento que valida nuestros más pesimistas pronósticos. España  forma parte de un proyecto económico - la Unión Europea -  que tiene como  objetivo principal garantizar el desarrollo  capitalista de los países que lo integran. Esta institución define la política económica del conjunto de los países que la componen. Los compromisos que se han ido entretejiendo a lo largo de las últimas décadas  entre  las diferentes economías capitalistas europeas han ido asignándoles a cada una de ellas el papel que "les correspondía". A unos  se les adjudicó la función de producir, y a otros la de consumir.  La Unión Europea, a través de sus instituciones en Bruselas  tiene potestá , incluso, para determinar los aspectos más domésticos de  las respectivas  economías de los países asociados la la Unión. Las dos fuerzas que integran la coalición PSOE-Podemos, han manifestado de foma  pública  su explícita e inequívoca "vocación europeísta", así como su "incuestionable" adhesión a ese proyecto.  Estos vínculos, por sí solos,  debieran  constituir una garantía más que suficiente para disipar los presuntos "temores"  al respecto de nuestra burquesía. Pero no. Necesitan sacudir el espantajo de un frentepopulismo imposible e inexistente para  rebañar feligresía politica entre los sectores  sociales más despistados.
¿QUÉ ES LO QUE HAY DETRÁS DEL "ANTIFRENTE POPULISMO"?  
    Pero,  ¿qué es, entonces, lo que suscita el vociferante alarmismo  que están haciendo cundir  los representantes de  los partidos de la ultraderecha, la Banca, la Iglesia, el IBEX 35…?  
En realidad, estas truculencias y estridencias forman parte de una actuación teatral deliberada y responden a una escenificación meramente política, en la que cada uno de los actores que la representa asume el papel que el sistema le tiene asignado en la batalla interpartidaria.
   Si rebuscamos en la memoria de las últimas cuatro décadas, nos encontrariamos con que cada ciclo politico  ha sido un clónico del que le precedió. El gobierno de la UCD durante  la llamada "Transición", el del PSOE en 1982, el de Aznar, el de Zapatero, el de Rajoy y, finalmente, el de Pedro Sánchez... todo un clónico que  se ha repetido  "ad infinitum",  en una suerte de "día de  la marmota", cuyas víctimas no han sido otras que  aquellos crédulos que han perseverado en su creencia de estar contemplando  siempre un espectáculo inédito.

