Queridos Reyes Magos:
Primeramente, os quisíera decir que debe ser muy bonito ser Reyes y, además, Magos. Yo siempre sueño con ser éstas dos cosas a la vez. Pero según se puede ver, incluso a los Reyes Magos, en éste mundo, se les cierra el paso.
En un sitio, con Muros, en otros, con paredes, tabiques o alambradas que impiden el paso de vuestras Altezas que van a rendirle tributo y a traerles regalos al Redentor que ha nacido y a todos los que se han portado bien.
Yo, éste año, sólo os quiero pedir una cosa: que me digaís que se tiene que hacer cuándo nos cortan el camino, cuándo nos levantan obstáculos en la senda que creíamos libre y ya no podemos continuar.
Mis padres me dicen siempre que tenemos que ser buenos. Y yo nunca les digo nada porque sé que me lo dicen por mi bien, pero por dentro tengo muchas preguntas.
Por ejemplo, Vosotros, ¿qué vaís a hacer cuándo la Estrella de Belén os llame desde el otro lado del Muro y no podaís pasar? ¿Cómo vaís a responder a ello? ¿Cómo tenemos nosotros que responder a ello cuándo nuestras Estrellas a seguir esten al otro lado del Muro que nos han levantado los que no nos dejan proseguir? ¿Con resignación? ¿Con compasión? ¿Con rebeldía? Estoy confundido.
Es ésto lo que os quiero pedir.
Por eso, éste año, voy a dejar los zapatos en la ventana, pero no para que me pongaís caramelos y juguetes, sino para que me digaís que debo de hacer.
Gracias.
